Un thriller vegano.
Con un tema polémico pare el país más carnívoro del planeta construye un thriller lejos del panfleto.
Naturaleza muerta tiene un doble mensaje, pero su logro es que nos centremos en uno solo. Si la opera prima de Gabriel Grieco apunta sus cañones marketineros definiendo el filme como un thriller vegano, finalmente gana el thriller. Y se agradece.
En ese sentido, la primera escena es de temer. Una joven hacendada, en su casa adornada con animales embalsamados, pincha un jugoso chorizo que reacciona y le mancha la ropa. Mientras se va a cambiar desparramando belleza advierte una presencia extraña. Sale a la galería, encuentra un plato lleno de gusanos y grita. Primeros planos, huida y desaparición en un paradisíaco e infernal pueblo del norte.
De allí saltamos a Buenos Aires, donde a Jazmín (Luz Cipriota), una ávida notera de TV, es enviada contra su deseo a cubrir un tema menor, según ella. “El efecto que causa la mierda de las vacas en el planeta”. Obvio, saltará rápido a la misteriosa desaparición de personas en este pueblo agrícola-ganadero asediado también por Dan (Amin Yoma), un curioso vegano que recorre el mundo con razones para dejar de comer carne.
Y están los Cotonese, la familia ganadera cuya hija desapareció. “No son buenos vecinos, cazan, y se fotografían con animales degollados”, dirán por allí. En ese contexto de veganos que azuzan discursos como si estuvieran haciendo la revolución, se suceden más y más muertes. Y la notera linda que quiere llegar a conductora sobrelleva el miedo en pos de su objetivo, desentrañar el misterioso origen de estas muertes.
Misterioso escenario de muerte, sangre e imágenes crudas en el que es difícil empatizar con cualquier personaje y en el que todo se filma. ¿Qué pasa en el cine de terror que casi todos apelan al metalenguaje de las camaritas? Hay escenas sobreactuadas, otras bizarras, un guión enredado y ciertos asuntos previsibles, pero también hay riesgo, y en el contexto del thriller local, un riesgo necesario. ¿Los veganos? Dejan su mensaje, pero no pierden su estigma fundamentalista. Pero ojo, ya están por todos lados, y tal vez vuelvan para vengarse.