Crímenes de lesa animalidad, el primer thriller vegano
La película “Naturaleza muerta” es una película arriesgada que juega con los códigos del thriller y, entretanto, traza una apología del veganismo.
Naturaleza muerta llegó a la pantalla grande acompañada de un mote de doble filo: “thriller vegano”. Si bien el rótulo genera curiosidad por su cuota de novedad, también puede causar una decepción en los espectadores que fueron al cine seducidos sólo por el segundo término. Porque la ópera prima de Gabriel Grieco se preocupa, primero, por serle fiel al género y luego por sembrar las semillas del veganismo apologético en los canteros del argumento.
Una periodista es enviada a un pequeño pueblo agrícola-ganadero para hacer una nota sobre los efectos del excremento de las vacas sobre la capa de ozono. Fastidiada y en plan de recuperar el lugar que cree merecer en su noticiario, Jazmín se embarca en una investigación más compleja: la desaparición de Julia Cotonese, hija de un empresario de la carne. La obsesión por la primicia lleva a la cronista a meterse en casas desoladas, siguiendo pistas encontradas por casualidad y con el auxilio de una cámara que le da confianza de talismán.
Luz Cipriotta encarna con acierto al personaje principal. Su registro actoral crece proporcionalmente al terror y al suspenso, flaqueando apenas en las (pocas) escenas del noticiero, que son funcionalmente dudosas. Es su personaje el que trata de descubrir el origen de las desapariciones, siempre asociadas a la pista de la carne roja.
La astucia de la trama está en multiplicar los sospechosos. Cada uno de ellos mantiene una postura diferente respecto a la práctica ganadera, e incluso la misma naturaleza (gracias a un efecto de cámara) parece atraer los ojos detectivescos sobre ella, como si las muertes se debieran a una fuerza secreta y siniestra.
Volviendo al doble filo, Naturaleza Muerta es una película arriesgada porque busca agotar en un repertorio de personajes diversos los muchos modos atravesar el veganismo (incluyendo posturas pacifistas y patológicos fundamentalismos); pero por otro lado no se anima a extremar los pasajes habilitados por el tema que mejor le sientan al género: esos donde una mente perversa invierte el ejercicio de la crueldad entre el binomio hombre-animal. No obstante a esa dosificación sanguínea el thriller logra dibujar claramente su anatomía a lo largo de toda la cinta (dejando, tal vez, una colita de más hacia el final).