Nebraska

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Una cálida manera de ver el mundo

Después de hacer Los descendientes en Hawaii, el director Alexander Payne (Entre copas, Las confesiones del Sr. Schmidt) trasladó su universo de personajes al estado del "Midwest" estadounidense. Excelente Bruce Dern.

Woody Grant (Bruce Dern), un anciano que está a punto de cruzar la línea sin retorno de la senilidad, va a recibir un premio de un millón de dólares pero necesita ir a cobrarlos a Nebraska, a unos 1300 kilómetros de la casa que comparte su malhumorada esposa Kate (si hay un mínimo de justicia en este mundo, el Oscar para June Squibb debería ser apenas un trámite) en Billing, Montana. Porque Woody, que nunca fue de tener fuertes deseos ni grandes expectativas, decide que ya es hora y se lanza una y otra vez a pie a la carretera, con el papel de una revista que dice que es dueño de una fortuna.
Poco y nada señalan los paisajes donde se ubica la historia de la película, lugares tan anónimos e inusuales para el cine como las locaciones elegidas para Los descendientes, la anterior película de Alexander Payne, donde el personaje de George Clooney se daba por enterado que su esposa en coma lo había engañado, mientras tenía que decidir cuestiones tales como el futuro de sus hijas, el propio y el de toda una comunidad
Entonces Nebraska, Montana o Hawaii bien pueden ser estados de ánimo, con personajes solitarios como Woody (formidable Dern), que en las grietas de la nebulosa en que vive se da cuenta que si bien su deseo está motorizado por una estafa en pequeña escala, también puede ser la señal de algo más trascendente. Así lo entiende David (Will Forte), que decide acompañar a su padre en el viaje hacia ninguna parte porque después de todo no es que tenga gran cosa que hacer y lo intriga ese hombre mayor, de pocas palabras, que nunca demostró gran interés por él ni por su hermano.
Así que el film es un viaje, género transitadísimo en el cine para llegar a algún tipo de aprendizaje o verdad para los protagonistas. Lo que hace de Nebraska un relato delicioso es que su tristeza es amable pero no condescendiente, con una historia llena de familiares poco agraciados, amigos miserables, mujeres que se conformaron, otras que perdieron y algunas que lograron una existencia razonablemente feliz. Personajes curiosos, retratados en un apabullante blanco y negro que resalta y enmarca que están un poco al margen,de los que en un primer vistazo apenas se destacan sus agachadas de cabotaje, pero que sin embargo, en ese interior profundo y aparentemente anodino, cada una de esas vidas también es interesante, con pasados gloriosos que contabilizan grandes momentos y pasiones desatadas como puntos ciegos y años enteros de rutinaria calma.
Divertida, irónica, con un final tan hermoso como simple en su resolución, de esos que llegan a las emociones de los espectadores más encallecidos, Nebraska hace bien por su cálida manera de ver el mundo.