De giallos y atmósferas oscuras
Luis Machín encabeza Necrofobia, de Daniel de la Vega. El actor resulta uno de los puntos más altos de un film que puede categorizarse quizás dentro del terror psicológico y que le rinde tributo al giallo. Es este último aspecto otro de los componentes en el que la obra sale más favorecida, al ser poseedora de una atmósfera apagada y oscurísima que genera inquietud en el espectador.
La historia nos sumerge en la extraña personalidad de Dante (Machín), un sastre cuya fobia le impide estar en contacto con un cadáver. Cuando su hermano gemelo muere, nuestro personaje comienza a experimentar situaciones cada vez más traumáticas y delirantes. A su alrededor, distintas personas son asesinadas y todo parece indicar que él es el principal incriminado.
Necrofobia cuenta con pros y contras alrededor de su desarrollo. Si nos remitimos a determinadas instancias o resoluciones que se van desentramando a lo largo del relato, es factible que algunas de ellas resulten discutibles o bien que no terminen de cerrar. Pero si analizamos las mismas desde lo que la propia proyección quiere proveernos o si nos enfocamos a lo que en verdad quiere ajustarse la película, los reproches pueden quedar al margen. El producto que concibe Daniel de la Vega (guardando relación con lo que solían ofrecer los giallos) no necesita ni busca minuciosamente que la trama tenga una línea coherente; es por eso que las armas están puestas al servicio de una ambientación sórdida, lúgubre, con ciertos ecos de suspenso. Es en el trabajo de fotografía donde la cinta sale mejor parada, gracias a la creación de climas y tonos tenues, mortecinos, que permiten un mayor grado de magnetismo para seguir los eventos que se van sorteando.
Necrofobia acierta al no alargarse más de los 78 minutos que conforman su duración. La presencia de actores como Gerardo Romano, Viviana Saccone, Julieta Cardinali y Raúl Taibo suma desde la teoría pero no conecta, no engancha en el vuelco a la práctica, tal vez porque sus funciones no concuerden en base a los personajes que estamos acostumbrados a ver e interpretar de sus partes. Distinto es el asunto al mencionar a Luis Machín, casi en un monólogo suyo, en una gran y solvente performance.
Llevadera aunque no para todos los gustos, la película encuentra su espacio dentro de un género hasta aquí no muy bien explorado en el cine nacional. Sangriento y de apreciable factura técnica, aprueba en el global, aunque sin creces.
LO MEJOR: Luis Machín. La fotografía. La atmósfera oscura.
LO PEOR: los últimos minutos, en su afán de ganar intensidad pierden un poco de fuerza.
PUNTAJE: 6