Pesadilla en lo profundo de la noche
Con cortos como Sueño profundo (1997), La última cena (1999) y El martillo: Crónica de un mito (2003) y largos como La sombra de Jennifer (2004), La muerte conoce tu nombre (2007) y Hermanos de sangre (2012), Daniel de la Vega se convirtió en uno de los pioneros y referentes del saludable resurgimiento del cine de terror/fantástico en la Argentina.
Por eso -y porque además venía con mucho hype antes de su estreno en el BAFICI- resultó decepcionante el resultado final de Necrofobia. La película es una combinación de elementos del giallo italiano, terror gótico, algo de Psicosis, toques a-lo David Lynch, esquemas remanidos con hermanos gemelos, juegos de espejos y estructura de doppelgänger. Y más: efectismo en la apuesta sonora (el golpe ampuloso que suena justo con el corte de montaje), clichés por todos lados (las campanadas y los relojes que se detienen a las 12, las palomas que sobrevuelan en los momentos “intensos”), la música grandilocuente y machacadora… Y así se podría continuar con la enumeración.
Pero el problema más grave de Necrofobia es que su narración no convence. Un protagonista sobreactuado (el sastre fóbico que interpreta Luis Machín), personajes secundarios sin vuelo (hasta se desperdicia a la encantadora Julieta Cardinali) y vueltas de tuerca que no cambian nada.
Sólo se disfrutan el logrado trabajo de diseño de producción y algunos encuadres e ideas de puesta por parte de un director con indudable ojo y oficio, pero que en este caso se ubica muy por debajo de sus propios trabajos previos y de la media de un cine de terror argentino que ha regalado muy buenos exponentes en los últimos tiempos.
PD: La conversión a 3D vista en la función de prensa del BAFICI tenía un acabado muy malo. Como no volví a ver la película, dejo el beneficio de la duda. Ojalá se hayan completado los procesos técnicos para una versión final acorde con las posibilidades y exigencias del cine actual.