Poco más que climas enrarecidos
Sudor frío, Penumbra, La plegaria del vidente, Diablo, La memoria del muerto, Malditos sean, Hermanos de sangre, La segunda muerte, La corporación y siguen los títulos. Un repaso por la cartelera comercial de los últimos tres años muestra que la lista de películas de género argentinas está en constante ascenso. Ascenso cuantitativo y cualitativo, ya que desde aquellos primeros trabajos ultraindependientes, presentados en su mayoría a comienzos de la década pasada en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre, el avance en términos narrativos y formales alcanzó niveles notables. Basta recordar Hermanos de sangre, cuyo timing cómico la convirtió en uno de los exponentes más depurados –si no el más– de la movida. A un año y medio del estreno de aquel film, su máximo responsable, Daniel de la Vega, vuelve al ruedo con Necrofobia 3D. Claro que las diferencias son radicales, empezando por un desplazamiento de la comedia negra alla Tarantino a un género en el cual De la Vega se mueve con mayor soltura y experiencia –dirigió Jennifer’s Shadow y Death Knows Your Name para el mercado hogareño angloparlante– como es el de terror. Terror clásico y perturbador, pero también, y aquí está la cuestión, solemne.
Estrenada en la Competencia Nacional del último Bafici, hecho que sienta una loable jurisprudencia para el cine nacional, y guionada por el propio De la Vega junto a Nicanor Loreti y Germán Val, Necrofobia es el relato de un hombre (Luis Machín) con el trastorno del título que pierde recientemente a su hermano gemelo. El hecho acrecentará aún más las consecuencias del padecimiento retorciendo su cotidianeidad hasta esfumar, cual reversión vernácula de American Horror Story, los límites entre lo real y lo imaginado, entre el pasado, el presente y el futuro. ¿O acaso todo transcurre en la estricta actualidad de una mente lunática? La potencialidad de ese entrecruzamiento cronológico es la jugada más ambiciosa de un film que, como bien reconoció el cineasta en estas mismas páginas, apuesta a la construcción de climas y atmósferas. El problema es que esto va en detrimento del desarrollo narrativo, dejando todo en un medio tono que terminará atentando con la concreción del producto mucho más redondo que su materia prima hacía pensar.