Como siempre digo por acá, hay que celebrar cuando una película de género argentina llega a las salas comerciales. Y por suerte eso es algo que está ocurriendo a menudo.
Más aún hay que celebrar cuando el film es de terror. Tal es el caso de Necrofobia, cuya factura técnica no solo es intachable sino que también es superior a la gran mayoría de films afines de Hollywood que inundan anualmente la cartelera local.
Incluso Necrofobia puede alardear de su gran uso del 3D no solo en lo técnico sino también por estar utilizado a favor de la narrativa.
Daniel de la Vega supo condensar muy bien todos estos elementos y rendir homenajes (las malas lenguas los llamarán plagios) a Darío Argento, Alfred Hitchcock e incluso David Lynch, así como también recurrir a los típicos clichés de los slashers films.
Y en este último párrafo encontramos el problema de la película: es algo que ya vimos muchas veces, repetitivo y que encima no se entiende.
La trama del actor que interpreta a dos personajes (en este caso Luis Machín) si bien ya está muy vista puede llegar a rendir mucho si se encuentra bien laburada, y aquí la verdad es que no lo está. No por Machín que trabaja bien sino por un guión totalmente desordenado.
Por momentos es aburrida, no te produce ni un salto y promediando el final estás mirando el reloj esperando que termine. Lamentablemente es así.
Necrofobia comete el peor pecado que puede cometer una película de terror: no asusta. Y por más profesional y bien que esté filmada -e incluso 3D- nos damos cuenta que lo que siempre importa primero es la historia a contar.
Un gran esfuerzo y despliegue técnico plagado de buenas intenciones que seguramente disfrutará el nicho que concurre al Buenos Aires Rojo Sangre pero que le será difícil encontrar eco en el mainstream nacional.