Hay que atreverse a un autor tan idealizado por los fanáticos del género, tan valorado como H.P. Lovencraft. Y este desafío que toma Marcelo Schapces llega a buen puerto, hay que decirlo de entrada. Con una idea del director, el guión es de Luciano Saraccino, con la colaboración de Ricardo Romer y diseños originales del ilustrador Salvador Sanz. . Un acierto ubicar la acción en Buenos Aires, ya el mismo autor en los cuentos de el Ciclo de Cthulhu asegura que uno de los pocos ejemplares del libro maldito está en la Biblioteca Nacional. Y en ese dato nace la leyenda de haber estado escondido por Jorge Luis Borges y luego en una habitación sellada por Clorindo Testa en el actual edificio. A eso se le suma que un hombre sin edad custodio ese ejemplar tan bien guardado muere misteriosamente. Y la responsabilidad le queda a un modesto bibliotecario. Ese libro que enloquece a quien lo lee, pero que provoca el deseo inmediato de conocer sus secretos conjuros que pueden convocar terrores desconocidos, dioses destructivos, no debe caer en manos equivocadas. El clima logrado por el director, un elenco muy bien elegido, la sugestión, lo misterioso, más que lo terrorífico que se cuela, está bien logrado. La fotografía de Marcelo Mangone y la dirección de arte de Mica Sleigh contribuyen a un objetivo de infrecuente calidad en un género no tan frecuentado en nuestro país. Muy buenos los trabajos de Diego Velazquez, Daniel Fanego, Cecilia Rosetto, María Laura Cali, Victoria Maurette, y una ultima aparición de Federico Luppi.