Esta nueva incursión del cine argentino en el género de terror -ligada al universo de H.P. Lovecraft- resulta demasiado solemne y didáctica.
Cuenta la leyenda que Necronomicón fue un libro que permitía invocar a dioses oscuros y poderosos que, una vez despiertos, podrían dominar el mundo. Cuenta también que quedan solamente cuatro copias en todo el mundo, una de ellas en la Argentina, y que el mismísimo Jorge Luis Borges, desde la dirección de la Biblioteca Nacional, fue el encargado de catalogarla.
Sobre la base de esa historia imaginada por el escritor H.P. Lovecraft, el realizador Marcelo Schapces construye este film de terror en el que la disputa entre el Bien y el Mal se da en pleno barrio de Recoleta y con un bibliotecario común y corriente (Diego Velázquez) como principal implicado.
Necronomicón: El libro del infierno parte de la loable intención de ponerle nombre propio a las locaciones donde transcurre, algo inhabitual en un cine de terror local cuyas historias se desarrollan en ámbitos genéricos. Tiene, además, algunos momentos de suspenso logrados y ofrece la posibilidad de ver por última vez a Federico Luppi en la pantalla grande con una pequeña participación como Dieter, el cuidador del libro al que el bibliotecario debe reemplazar.
El problema es que su enorme caudal informativo la vuelve por momentos didáctica y explicativa a través de largos parlamentos de sus personajes, quienes deben enunciar, siempre en un tono entre solemne y ominoso, todos y cada uno de los pormenores de la historia imaginada por el autor de El color que cayó del cielo. El resultado es un film con poco ritmo, demasiado serio y sin espacio para la sorpresa.