Necronomicon

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Al demonio con Buenos Aires

Menuda y a la vez desafiante tarea fue la que asumieron Marcelo Schapces y su equipo al intentar transpolar y adaptar el lúgubre universo Lovercraftiano a una Buenos Aires anacrónica, gris y melancólica. Mucho de policial gótico, ciertos coqueteos literarios con Edgard A.Poe y el ya mencionado autor de El color que cayó del cielo completan el cuadro de Necronomicon, el libro del infierno.

Tal vez la falta de presupuesto o mejor dicho las decisiones sobre cómo administrarlo de manera más eficiente jugaron una carta difícil a la hora de un análisis general de la propuesta cinematográfica como de los alcances de un guión donde la construcción de personajes es sólida, pero no ocurre exactamente lo mismo en relación a la trama, al desnivel entre momentos climáticos y tiempos muertos, así como tampoco en la compensación de la estructura narrativa con significativos baches a lo largo del film.

La premisa es sumamente atractiva y erige al protagonista Luis (Diego Velázquez), bibliotecario obediente pero con algunas características de detective amateur, en busca de revelar y comprobar la veracidad de un dicho que muta en leyenda o mito y evoca nada menos que a la figura del escritor argentino Jorge Luis Borges con el libro del infierno, más conocido como Necronomicon. A la vez, en esta Buenos Aires mustia, húmeda y lluviosa emergen desde las profundidades los demonios que buscan recuperar tiempo perdido a partir de las almas y los cuerpos que aún persisten en la tierra como el de la hermana paralítica del protagonista (Maria Laura Cali), quien tiene la capacidad de comunicarse o al menos de escuchar esos rumores nocturnos que acechan, mientras Luis se debate entre creer o no creer.

El aporte de personajes secundarios marca los aciertos y defectos de la propuesta dado que tanto Cecilia Rosetto y Daniel Fanego superan en todo nivel la pobre performance de Victoria Maurette en el rol desacertado de femme fatale o interés amoroso de acuerdo al ojo que lo mire. Si es la primera idea, propia de todo policial negro, resulta fallida con sus sobreactuados movimientos, y si es la segunda opción carece de peso romántico respecto a Luis y su tortuosa carrera hacia el infierno.

No obstante, las irregularidades que presenta Necronomicon deben tenerse en cuenta sus intenciones de cine de género, su franca apuesta a crear atmósferas y climas bastante deudores del estilo gótico y en definitiva adaptar ese cóctel a una estética visual propia, que por momentos roza la aventura gráfica con algunos encuadres pero que en su conjunto definen un escenario sugestivo en el que todo puede ocurrir.

En ese todo puede ocurrir, el verosímil choca permanentemente con los límites de la imaginación y en ese choque las esquirlas dispersan buenas ideas, malas resoluciones y un exceso de efectos digitales cuando tal vez sugerir hubiese sido el mejor camino.