Basada en la franquicia de videojuegos de carreras homónima, Need for speed prácticamente carece de historia y prioriza fundamentalmente el tratar de reproducir los tips y referencias del video juego tanto en los escenarios como en las situaciones de los personajes, algo que logra fehacientemente con solo ver los circuitos, paisajes y situaciones (como el auto que vuela por los aires o el helicóptero que aparece delante del automóvil), a las cuales se agregan frases típicas del videogame.
La trama narra como un mecánico corredor de carreras ilegales, interpretado por el actor Aaron Paul que trascendió por su personaje “Jesse Pinkman” en Breaking Bad, es acusado injustamente por la muerte de su amigo y va a prisión. Al salir intentara recuperar su taller mecánico y, a la vez, vengar la muerte de su amigo.
Sin las maravillas y excentricidades del mundo del automovilismo con las que la saga Rápido y Furioso supo conquistar a los fanáticos (autos tuneados, motores al desnudo, bellas mujeres voluptuosas y acción constante con un ritmo frenético de edición), una previsible historia de amor (que pareciera haber sido guionada por el mismísimo Opus Dei) y pocas persecuciones y carreras, Need for speed termina siendo un film sin sorpresas, aburrido y solo apreciable por los seguidores del videojuego. Una película de autos donde lo más sobresaliente visualmente son los paisajes.