“NEED FOR SPEED”: ENCIENDAN SUS MOTORES
La mayoría de los videojuegos generan distintas sensaciones en el hombre como odio, amor, tristeza, felicidad, y por sobre todas las cosas, una gran ira. Y si llevamos todo eso al plano de la vida real, parece ser que lo único en que se diferencian es que las posibilidades de perder no son tres sino que quedan reducidas a una, y de esa manera, la vida como juego no parece resultar tan divertida.
Haciéndole honor a esa idea, llega desde la consola a la pantalla grande la adaptación de “Need for speed”, uno de los clásicos de carreras con más fanáticos alrededor del mundo. En esta ocasión, quien agarra el mando es Aaron Paul (Jesse de “Breaking Bad”) y bajo el nombre de Tobey Marshall, inicia una larga travesía al mando de un Ford Mustang plateado, reparado en su propio garaje. En ese camino no sólo luchará por su futuro sino también por recuperar su dignidad y saciar una fuerte sed de venganza.
La trama de la historia comienza a partir de un importante negocio que vincula a Tobey con Dino Brewster, su archienemigo y rival número uno a vencer. El trato desenvuelve en una carrera con apuestas de por medio en la que el mejor amigo de nuestro protagonista es asesinado. Sin embargo, él es el único sospechoso por lo que es condenado y obligado a cumplir una condena en la cárcel. Tras su salida, acompañado por la bella Julia Maddon (Imogen Poots), comienza un largo trayecto contrarreloj hasta San Francisco en el que deberá enfrentarse a todos los que quieren impedir su avance hasta la gran De Leon, la carrera clandestina más importante de todas.
Sin embargo, lo más relevante de este film dirigido por Scott Waugh, quien había hecho su debut en largometrajes con "Act of Valor" (2012), no se centra en lo sorprendente de la historia, que ya de por sí es bastante obvia y lineal, sino por el impacto que generan las imágenes que hay en ella. Al parecer, a los productores no les alcanzó con toda la acción vista en la saga de “Fast & Furious” e invierten nuevamente en adrenalina y peligro sobre cuatro ruedas. Pistas alrededor de las rutas estadounidenses, maniobras increíbles a alta velocidad, autos literalmente volando y prendiéndose fuego, cámaras por todos lados que la hacen aún más fiel al videojuego, policías que ganan en cantidad pero no en calidad y escenas de alto vértigo que no dejan de impresionar, además de la excelente edición de sonido, son los encargados de convertir a esta historia en una película imperdible para fanáticos y amantes de la acción.
Por otro lado, el reparto no deslumbra aunque sí se pueden destacar algunas actuaciones, entre ellas la del amigo del querido Walter White. A él se suma el gran relator y organizador de las carreras, encarnado por Michael Keaton, que ya había estado relacionado al entretenimiento cinéfilo automovilístico haciendo de padre de Maggie Peyton en “Herbie Fully Loaded” (2005) y dándole vida a Chick Hicks de “Cars” (2006). También, cabe felicitar a los olvidados dobles de riesgo por sus grandes maniobras. En el polo opuesto, encontramos al pobre moreno Scott Mescudi, quien seguramente no tenga la culpa de otorgarle pequeños tintes de comedia a la historia que terminan resultando innecesarios ya que desdramatizan el poder del relato.
En conclusión, para ver “Need for speed” hay que ir mentalizados sabiendo que lo más importante es abrir bien los ojos y los oídos para dejar ingresar la velocidad, los efectos especiales y las escenas de acción al cuerpo. Es una buena película para aquellos que les gusta el vértigo, para los amantes de los autos lujosos y para todos los que alguna vez en su vida hicieron del videojuego un vicio que se transformó en rutina.