Need For Vendetta
Que difícil tarea es hacer un guión sobre algo que no necesita guión, hacer una película sobre un video juego de carreras que no tiene más historia que "elegí un auto y sé más rápido que el resto" parece a priori innecesaria.
Sin dudas las adaptaciones de video juegos a películas jamás han dado grandes films o mejor dicho, que sean considerados grandes obras.
Decir que Need For Speed: The Movie mantiene el espíritu del video juego es ser, por lo menos, complaciente, obvio, pero para nada tonto. Need For Speed: La Película mantiene el espíritu de ese video juego. Aquí como en las consolas o la PC hay que probar que uno puede ser más rápido que otro, poniendo la vida de los otros en riesgo, porque, pequeño detalle, estos corredores juegan carreras en las calles de forma clandestina con el resto de los autos comunes y transportes públicos a su merced.
Y como en el simulador, también lo que menos importa son los autos, es lo mismo si se conduce un Shelby Mustang, un Lamborghini Murciélago, una Ferrari F50 o aquellos autos cuyas marcas y modelos sólo los multimillonarios conocen. Tal como en el juego de video la idea es ser veloz y si hay que cambiar de auto para nada importa.
Si este film intenta emular aquellos grandes clásicos que hicieron de las películas sobre autos un género con muchos adeptos y fanáticos, se equivoca. Y si alguien cree que esto es una vuelta a eso comete el mismo error.
Si el film de 1971, Vanishing Point, de Richard Safarian hizo que varias generaciones se enamoraran de la idea de tener un deportivo americano y salir a la rutas, en ese caso un Dodge Challenger blanco, aquí no encontraremos eso. Los autos pierden su batalla con la venganza. Si la titulaban Need for revenge o vendetta, hubiese tenido sentido.
Esta es una historia de traiciones y venganza, muy bien justificada la necesidad de vengarse por cierto, aunque poco más que incoherente es su resolución. O su necesidad de resolución.
El personaje de Aaron Paul quiere hacer justicia sobre el asesinato de su amigo, del que fue injustamente acusado y condenado. Vuelve para buscar su vendetta, salvar su honor y ajusticiar al malo, su archienemigo. Poco conocemos de su pasada rivalidad, más allá de robarle a su chica en circunstancias que el film no se detiene a explicar. Pero se odian y solo la necesidad los hace unirse para derivar en una rivalidad aún más grande y con resultados peores: ahora no sólo le quitó a su chica sino que también le mató al amigo que es el hermano de esa chica. Malo no, malísimo. Definitivamente el guión quiere que tomemos partido.
Cabe destacar la actuación de Michael Keaton, al que siempre vemos sentado en su escritorio bajo cámara y micrófono. Personaje que daría la sensación de intentar ser como aquel DJ de la radio que guía al "último gran héroe americano" Kowalski en la formidable epopeya de Safarian. Keaton también sirve de guía al que deberíamos considerar nuestro héroe encarnado por el ex Breaking Bad.
A pesar de lo incoherente y exacerbado de algunos detalles (como la necesidad de poner escenas con humor) el film cumple en su propósito de entretener. Lejos de aquellas grandes películas que tenían como protagonista a los autos, Need For Speed se convertirá en un clásico: nos cansaremos de verla en algún canal de cable los domingos a la tarde.