Película de autos y lealtades
Need for speed es la versión cinematográfica de un popular videojuego, pero no se necesita ningún conocimiento previo del mismo para entender o disfrutar del relato.
El protagonista es un mecánico con gran habilidad para conducir autos preparados, aunque su taller corre riesgo de cerrarse y dejarlo a él y a sus amigos en la calle. Un viejo conocido, devenido en enemigo y exitoso piloto de autos, vuelve para hacerle una propuesta comercial que no lo convence pero que a su vez no puede rechazar.
Este largo prólogo será la puerta que se abre para desatar los verdaderos conflictos de la película. Ese conflicto, fuerte, claro, interesante, irá acompañado por espectaculares y deslumbrantes autos de todo el mundo.
Aunque no se necesita ser amante de los autos para disfrutar de Need for Speed, los fanáticos tendrán para hacerse un show con los que aparecen en pantalla. Claramente la película tiene una tensión rara entre dos ideas. Por un lado asume su incorrección política, exponiendo la irresponsabilidad y los peligros para terceros que representan los personajes de la película, pero por el otro reivindica la lealtad y la nobleza de sus protagonistas.
No será tan fácil como en Rápido y furioso sentirse a gusto, esta película es más incómoda y dramática, pero cierta crudeza de las escenas de acción le sienta muy bien y le otorga algo de originalidad.
Need for Speed logra, a pesar de estar llena de efectos especiales, un realismo de las escenas de acción –aun las inverosímiles– que engancha al espectador.
Los actores, buenos actores, también le dan al relato credibilidad para que lo absurdo se haga plausible. Si las cosas le salen bien a esta película, todo está servido para iniciar una nueva saga para los amantes de la acción y los autos. Pero también para quienes buscan héroes nobles, con valores y lealtades inquebrantables.