En videojuegos, quizá la saga Need For Speed sea la mejor en cuanto a autos se refiere. Ni Forza Motorsport ni alguna otra saga puede lograr lo que entrega tras entrega NFS logra, a pesar de que la premisa sea simple: carreras callejeras que permiten ganar dinero para mejorar y/o comprar otros autos. Ahora, Scott Waugh (Act Of Valor) toma la cámara para entrar al ruedo con la primer película de EA, compañía de videojuegos que posee los derechos de la marca. Aaron Paul es Tobey Marshall, un mecánico/corredor que debe vengar a su hermano en una carrera peligrosa e ilegal, la De León, mientras intenta que la policía -y el mundo- descubra la verdad tras el niño rico Dino Brewster (Dominic Cooper). El problema con NFS no es su guión -flojo pero entretenido- sino que las comparaciones son inevitables. Y aunque Rápido y Furioso no está basado en videojuegos ni nada por el estilo, sí lleva 6 películas y miles de millones de dólares y de fans, que surgieron primero y que son mejores que ésta. Repetimos, es mala que hasta termina siendo entretenida, pero para adaptar un videojuego que por sí solo no tiene una trama definida mas que carreras ilegales y ganar dinero, no es suficiente con meter autos icónicos o la persecución de policías o saltos fantasiosos. Insisto, todo eso ya lo hemos visto y no es nada novedoso. Quizá, y sólo quizá, si no existiera Rápido y Furioso, NFS podría haber ganado un poco de cariño. Pero ni así.