Pablo Larrain como director y el guionista Guillermo Calderón abordan la figura legendaria de Pablo Neruda desde un punto de vista original. No se trata de una biografía del poeta, sino de un acontecimiento en particular que les permite a los creadores abordar su figura, el momento político como ejemplo de lo que va a ocurrir después en Chile y la creación literaria pura. Y es también una metáfora que enfrenta al poder y la libertad creativa. Parten del momento en que el poder en Chile proscribe al partido comunista y Pablo Neruda como senador de ese partido se transforma en un proscripto. Y tiene un perseguidor, un policía de extrema derecha que solo quiere apresarlo y comienza entonces un juego del gato y del ratón, donde el poeta siempre puede escabullirse en el ultimo minuto, pero a medida que avanza la película el juego es otro y mucho mas atractivo. El personaje Neruda es presentado como un hombre que tiene un apetito desmesurado e inagotable por el placer, con contradicciones, grandilocuente pero también con el talento a flor de piel. Por momentos un niño caprichoso, un seductor incontrolable, dionisíaco, amado y feliz por tanta pleitesía.
Encarnado por Luis Gnecco con todos sus claroscuros. Mercedes Moran en un gran trabajo como la pareja del poeta. Y Gael García Bernal, el perseguidor, el verdadero protagonista y relator del film con un personaje presentado como la contrapartida: pequeño, enjuto, corto de inteligencia y de visión de su presente, un lobo con un solo objetivo. Cumple con lo que le exige su personaje. Un film creativo y arriesgado, de belleza formal y contenido complejo e interesante.