Donde hubo fuego…
Delia y Gaetano están casados y tienen dos hijos. Hace poco tiempo se separaron. Los dos se encuentran para cenar y discutir las vacaciones de sus hijos. Pero claro, más allá de pases de factura, también repasarán su frustrada historia de amor. Ella dejó la carrera de nutricionista por amor y él es un guionista con más porrazos que vuelo. Y desde esa mesa, tan cargada de reproches y contrastes (en otras mesas hay alegrías) se deja ver a través de evocaciones el pasado de esa pareja que empezó como tantas otras, con mucha ilusión, muchos ardor, y que después se fue estropeando por distanciamiento, engaños, cansancio. Con ese tema se han hecho películas buenas y malas. Y a esta hay que ubicarla entre las flojas. Aquí el matrimonio Castellito el absoluto responsable: Sergio dirige y la guionista es Margaret Mazzantini, su esposa y madre de sus cuatro hijos, una pareja que puede hablar con propiedad de amores, guiones y la crianza de niños. Pero lo que se muestra es superficial, convencional, lleno de lugares comunes. Encima, los personajes son estereotipados y el “italianismo for export” (gritos y exagerado histrionismo) queda tan expuesto que el pintoresquismo (fiestas hogareñas) se vuelve patético. No hay sutilezas ni segundas lecturas ni miradas novedosas. Todo es allí, simple, vulgar y conocido.