Dirigida por Sergio Castellitto, Nessuno si salva da solo (2016) transita diferentes emociones que no le serán indiferentes al espectador. Pasado y presente de un matrimonio distanciado que repasa los momentos que consolidaron su actualidad, durante una cena.
Delia (Jasmine Trinca) y Gaetano (Riccardo Scamarcio) están separados y se encuentran en un restaurante para planificar las vacaciones de sus dos pequeños hijos. Pero lejos de ser una velada amena, en la cena comienzan a acordarse de distintas situaciones compartidas. Momentos que no sólo le permitirán al público conocer la intimidad de la relación que los une, sino que también los protagonistas irán esclareciendo aspectos de sus vidas.
Castellitto retrata una temática desarrollada en numerosos films., como por ejemplo Mon Roi, estrenado este año. Y su particularidad es que extiende la problemática que atraviesan los personajes hasta sus padres, de forma un poco psicológica. Porque la influencia ejercida en la niñez y adolescencia, sus decisiones y formas de actuar, repercute directamente en el accionar de Delia y Gaetano. Esa vinculación entre lo pasado y lo presenta se manifiesta a lo largo de toda la película.
Las interpretaciones de Trinca y Scamarcio son sobresalientes y consolidan una relación matrimonial absolutamente verosímil. Risas, llantos y fuertes discusiones les permiten demostrar su versatilidad actoral. La escueta aparición de la reconocida actriz Ángela Molina es un guiño para el público.
El poético final de la película de Castellitto es acertado y le imprime aire a una historia tensa que, por momentos, parece no tenerlo. A lo largo de Nessuno si salva da solo se van adhiriendo situaciones que posibilitan comprender un todo. O al menos, intentar hacerlo.