Desamor a los gritos
Todo transcurre durante una cena, que lejos de pretender la reconciliación de un matrimonio con hijos, Gaetano (Riccardo Scamarcio) y Delia (Jasmine Trinca), deriva en el consabido cruce de reproches en estado alterado a medida que avanza el derrotero por el que toda pareja en estado crítico transita. La postergación de proyectos, el descuido de los hijos, el haber dado el sí presuroso a todos los caprichos de uno y otro,
mientras la noche despeja todo romanticismo posible entre la cara de piedra de ella y la incomodidad de él cuando los comensales observan el espectáculo.
El fragmento narrativo deja que Castellitto como director encuentre el espacio gradual para mostrar la desintegración del amor y los afectos que hacen mella en el entorno. Los padres de ambos reciben las esquirlas de las detonaciones antes de la separación y en ese escenario bélico nadie se salva solo.
El título es elocuente en función a esta idea, pero lamentablemente el director no logra escapar de los lugares habituales, se apoya demasiado en lo que pueda darle su elenco, que sin dirección hace realmente lo que quiere en pantalla. A veces aciertan en el tono, ritmo y otras pifian sobre todo en la resolución o coda de esta historia ya contada de diferentes modos y que siempre arriba a los mismos lugares.