Primero hay que aclarar que ésta es una crítica y un análisis cinematográfico y no proclamación a favor o en contra del Gobierno ni una carta de admiración o denostación pública hacia la figura de Néstor Kirchner ya sea como personalidad política o líder de un movimiento.
Aclarado esto solo queda usar este espacio para desglosar un poco el trabajo de la directora Paula de Luque.
Los espectadores que disfruten este documental van a ser los que tienen una clara postura -de admiración- tomada sobre el ex presidente ya que el relato lo pone en una posición de cuasi santo. Por lo tanto si hay algún desprevenido que espera encontrarse con un trabajo audiovisual donde se van a escuchar voces a favor, voces en contra y voces indiferentes tendrá que buscar eso en otro lado.
Como documental falla y se nota a simple vista. No cumple con el abc básico de este tipo de trabajos periodísticos: identificar las voces que uno escucha tanto cuando se ve a una persona hablando hacia la cámara o en off, así como también la carencia de fechas y lugares para ubicarse en el tiempo.
O sea, no están identificadas ninguna de las decenas de personas que prestaron su testimonio ni los lugares en las cuales fueron tomadas las imágenes de archivo. Estos tendrán que ser reconocidos por el espectador de acuerdo a su conocimiento sobre la política argentina de las últimas décadas y que tanto sepa de las personas del círculo íntimo de los Kirchner.
Ese grave error (obviamente hecho adrede) se siente bastante y limita mucho al público así como también lo poco atemporal que es el guión, dado que nos encontramos con una película muy emparentada con la coyuntura actual y que con el tiempo quedará posdatada.
Para destacar tenemos que todas las imágenes -conocidísimas- se pueden ver desde otro punto de vista ya que se utilizó material de archivo diferente al que se vio en los noticieros. Por ello hay una buena variedad de planos y de secuencias con otros enfoques.
Algo que resalta mucho en el film es la excelente banda sonora hecha por el dos veces ganador del Oscar, Gustavo Santaolalla, quien imprime un sello bastante nostálgico.
Sin duda alguna esta película dará mucho que hablar y todas las voces darán cátedra sobre lo narrado y no sobre cómo se narró, estas líneas pueden ser una de las pocas excepciones y una muestra de algo que ha quedado en el olvido: el periodismo imparcial.