Reflexión política y poética
El film muestra el mundo público y el privado del ex presidente y gana en intensidad cuando ambos se entrecruzan. Con gran uso del material de archivo y testimonios reveladores, esta película fue hecha desde el amor, sin agresiones ni golpes bajos.
Aquel histórico discurso de asunción como presidente de la Nación que pronunció Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 aún resuena en la memoria de millones de argentinos. Y en el corazón de tantos que todavía lo añoran. Ese “Vengo a proponerles un sueño” funcionó como un bálsamo, como una esperanza, como una caricia al pueblo que venía de muchos desengaños políticos, represiones varias, juramentos violados, promesas incumplidas y sentimientos traicionados. Las primeras imágenes de Néstor Kirchner, documental de Paula de Luque, comienzan con ese discurso –inolvidable no sólo por su contenido sino por su carga emocional–, luego de hacer un breve repaso de los años anteriores al inicio de la gestión presidencial de Kirchner: la represión de diciembre de 2001, el helicóptero de De la Rúa, la asunción de cuatro presidentes en tiempo record y los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán durante el interinato de Eduardo Duhalde.
Tras esa referencialidad del personaje a enfocar, De Luque inicia un recorrido en dos aspectos: el mundo privado –el menos conocido– y el público de Kirchner. A este último lo establece prácticamente en orden cronológico, mientras que al otro lo narra en un sentido más atemporal. Pero donde gana intensidad la película es en el cruce de ambos, porque permanentemente esos dos mundos se entrelazan, dialogan y proponen una completud de la figura de Kirchner por parte del espectador. Es que ambos son indisociables, se sabe: no puede ir el sentimiento político de una persona por un andarivel, y el privado, su humanidad, por el otro. Porque en la política se ponen en juego ideales y valores humanos que tienen efectos concretos en la cotidianidad de una sociedad. Ese cruce permanente entre ambos le otorga vitalidad a este documental que, si bien nació a partir de la muerte del ex presidente, apela al valor de una vida en una circunstancia histórica determinada. Por eso no es una biografía clásica ni un documental de observación, sino una suerte de viaje por las ideas y sensaciones de un hombre como político, pero también como hijo, hermano, padre y marido. Se trata de un enfoque, entonces, con varias líneas de relato.
El eje público está compuesto por situaciones que vivieron los argentinos: desde el anuncio del pago de la deuda con el FMI, pasando por aquella decisión honrada de hacer bajar los cuadros de los genocidas Videla y Bignone, la Cumbre de la Américas en Mar del Plata (2005), donde Kirchner cuestionó las políticas que condujeron al default y en la que los presidentes latinoamericanos rechazaron el ALCA (es antológica la cara que pone Bush durante el discurso del ex presidente argentino); la asunción de Cristina como presidenta, el conflicto con las patronales agropecuarias por la resolución 125, la presentación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, los festejos del Bicentenario, el nacimiento de Unasur y el nombramiento de Kirchner como secretario general del organismo, el asesinato de Mariano Ferreyra y, finalmente, la muerte del propio Kirchner.
Todos estos temas están entrelazados con comentarios e imágenes de su vida íntima que relatan básicamente su hermana Alicia y su hijo Máximo, quien también brinda su opinión sobre cómo vivió su padre determinadas situaciones. El documental eleva su tono emocional cuando testimonian la madre de Néstor y la de Cristina: son momentos cortitos pero intensos. La mamá de Néstor cuenta que, ya de niño, el ex presidente decía “Yo quiero ser gobernador”. Y la madre de Cristina provocará más de una carcajada cuando recuerda que le decían a Néstor: “¿Qué hiciste para conquistar a la más linda siendo vos tan feo?”. Son momentos que prueban el grado de intimidad, como si De Luque hubiera abierto una puerta para observar recuerdos de alguien tan querido no sólo a nivel social sino en su núcleo más cercano.
Un párrafo aparte merece la combinación del material de archivo público con el de la vida privada del ex presidente: por ejemplo, se lo puede ver junto a Cristina cuando se casaron y compartiendo la militancia desde muy jóvenes e, incluso, en sus etapas como intendente y gobernador. Son imágenes que ayudan a construir esta reflexión política y poética (a la que contribuye la música de Gustavo Santaolalla), y que cobran su mayor pico emocional con el final (que no conviene ser adelantado). “Quisiera que me recuerden”, dijo Néstor Kirchner una vez al leer el poema del escritor desaparecido Joaquín Areta (del cual su hermana Alicia cuenta detalles). Y escuchado hoy en boca de alguien que logró poner de pie un país cobra un significado nuevo.