Paris Je T’aime, nació de la idea de un joven productor, quien aspiraba con plasmar en la pantalla grande varias escenas de las vida amorosa en su ciudad natal. El resultado fue un recorrido de 18 historias que se desarrollan en los distintos barrios de la capital francesa, cada una filmada por la peculiar mirada de un director diferente y reconocido, en las cuales se obtienen historias que se versan en los encuentros y desencuentros amorosos y en sus más variadas manifestaciones.
Fuimos muchos los amantes del cine, que quedamos deseantes de volver a encontrarnos con otro hallazgo similar. Es así que tres años después se vuelve a repetir el proyecto, pero esta vez cruzando el Atlántico para instalarse en la gran urbe cosmopolita por excelencia, y abordando una vez más el amor en sus múltiples variables. Van desde el encuentro efímero que termina en desencuentro hasta el duradero que se extiende durante toda la vida; desde el que se preserva en la memoria hasta aquel que se busca en una constante apuesta para lograr hallarlo; desde el amor que se descubre y disfruta, hasta aquel que se pierde y sufre.
Son once historias de un heterogéneo grupo de realizadores cinematográficos provenientes de todas partes del mundo, quienes aportan su característica y subjetiva visión del amor en una gran ciudad representada por cortos de aproximadamente diez minutos de duración, entre ellos se incluyen Fatih Akin; Shungi Iwai; Brett Ranner; Shekhar Kapur y la debutante Natalie Portman, entre otros.
New York es la gran megalópolis mundial, allí conviven las más diversas culturas provenientes de los lugares más lejanos del hemisferio, compuesta por sujetos que alguna vez decidieron apostar al gran sueño americano. La diversidad cultural y étnica que transita en sus calles conviven con los imponentes rascacielos, la más desarrollada tecnología y el culto al consumo que caracteriza a esta gran capital del sistema capitalista. Julie Cristie en uno de los más bellos cortos que integran la película la define muy bien: “Es una de las cosas que más amo de New York, todos vinieron de algún otro lugar”.
Lo interesante de la propuesta, aunque no es de tan alta calidad como su antecesora, es que intenta rescatar la subjetividad humana a partir de los distintos vínculos amorosos que trascienden cualquier geografía, cultura, y época pero que tampoco se construyen sin estos factores.
Los cuentos están rodados en los distintos barrios de la gran ciudad, algunos son realmente muy interesantes y conmovedores, otros aceptables y unos pocos suelen aburrir un tanto y ser trillados.
Jian Weng nos relata la historia de un experto en robar billeteras que se enfrenta con otro, un tanto más talentoso que él en dichas habilidades, pero ahora de lo que se trata de hurtar el objeto más preciado: una hermosa chica.
El corto dirigido por Mira Nair, es una “perlita”, en el cual un “joyero” indio negocia el precio de una mercadería con una joven judía a punto de casarse, encarnada por una bellísima Natalie Portman. En plena tasación se escucha un diálogo muy interesante de intercambio cultural entre esas dos colectividades. El punto de giro se instala cuándo entran en el ámbito de las confesiones. Las miradas cambian, los dos aparecen turbados ante tal hallazgo, se encuentran ante un dilema, algún enigma del deseo comienza a circular.
Los estelares Orlando Bloom y Cristina Ricci, protagonizan la historia contada por Shungi Iwai. El debe terminar su creación musical, ella le exige que esto no puede ser logrado sin antes haber leído a Dostoievski. Todas las formas de comunicación de esta era posmoderna y tecnológica entran en juego, pero se deja afuera la dimensión del cuerpo.
Yvan Attal nos presenta a un Ethan Hawke, que nos recuerda a aquel muchacho inteligente de Antes del Amanecer y Antes del Atardecer. Este le pide fuego a una mujer que conoce azarosamente en la calle, apela a toda una serie de recursos discursivos para atraerla. Es un verdadero juego de seducción, hasta que ella…
Brett Ranner nos brinda el relato más cómico y encantador del film, cuando un joven acude a la farmacia desahuciado porque su chica lo había dejado plantado en su baile de graduación. El comerciante tiene la solución para la “tragedia” que vive este muchacho, claro pero con grandes sorpresas por momentos disparatadas, aunque a veces, un tanto previsibles.
La historia más sexual, está a cargo de Allen Hughes. Un hombre y una mujer van camino a una segunda cita, cada cuál por su lado, luego de un primer encuentro fugaz pero pasional. Ambos se van preguntando qué es aquello que los lleva a re-encontrarse. Aparecen toda una serie de resistencias concientes, autoreproches y parapetos mentales que los deja inciertos porque no pueden dar cuenta de aquella fuerza pulsional, de ese rasgo en el otro que lo transforma tan deseable, aunque ellos se opongan.
El relato más logrado de toda la película, lo realiza Shekhar Kapur, con un alto grado de intensidad, una edición maravillosa y unas imágenes más que cautivantes, teñidas de rasgos oníricos y adornadas con diálogos estremecedores. Julie Christie, que cuanto más grande más bella, llega a un hotel y entabla una charla con el joven empleado del mismo que se transforma en un surrealismo conmovedor. Es para destacar que el guión de este corto estuvo a cargo del gran Anthony Minghella, a quien se le dedico el film, en honor a su memoria.
Natalie Portman, ahora como directora, desarrolla otro aspecto lazo amoroso, que es el amor filial, una historia emotiva que se desarrolla entre el niñero y la niña, aborda la temática de los vínculos interraciales y nos enfrenta a los prejuicios que cada uno de nosotros lleva adentro. Un relato que intenta impactar pero por momentos peca de sentimentalista.
Vuelve Yvan Attal, con el mismo fetiche. Una atractiva rubia sale de un restaurante a fumar un cigarrillo. Le pide fuego a un señor que se encuentra hablando por celular asuntos profesionales. Luego entabla una charla con él desde una posición claramente seductora, la confianza va tomando forma, hasta que ella le confiesa sus fantasías sexuales. La historia toma un giro inesperado y sobre el final suena de fondo “No Suprises” de Radiohead, para alquilar balcones!
El cineasta alemán Fatih Akin, se vuelve sumergir en los intercambios culturales, como lo es en la mayor parte de su obra. Nos relata como a partir de la mirada se depierta en ese pintor extranjero, la musa que necesitaba para realizar su última obra cuando se encuentra en el barrio chino con aquella empleada de ojos rasgados y mirada entristecida.
Finalmente cuando uno ya esta cansado de ver gente atractiva y en general joven, los no tan agraciados también se enamoran; llega Joshua Martston con una historia que resume la travesía del amor en la vida. Una pareja que atraviesa la vejez, caminan por la ciudad, con las dificultades físicas propias de la edad, ella le reprocha a él su modo lento de desplazarse en la calle, él la desmiente todo el tiempo, intercambian opiniones desencontradas. A pesar de estas pequeñas y grandes diferencias, se observa la tolerancia que se tienen ambos, producto del amor, que no es ni más ni menos que la experiencia de compartir la vida con alguien, cuando ese otro, dejo ser aquel objeto idealizado de la etapa del enamoramiento.
A diferencia de Paris Je T´aime, aquí a medida que avanzan los relatos hay personajes de los mismos que se van entrecruzando, y así se entrelazan las historias en pequeñas escenas. Si bien al parecer el objetivo fue lograr un mayor dinamismo ante tanta percepción de imágenes y narraciones distintas, intentando así poder darle alguna que otra vuelta a los cortos, decae en cierta desprolijidad mermando en la calidad global de la obra.
De todos modos, tanto el film hecho en la “Ciudad de la Luz” como este en la “Gran Manzana”, nos lleva a reencontrarnos con el desencuentro mismo de la vida amorosa y como a pesar de esto, el humano sigue en la búsqueda de ello que hace que la incomoda existencia se haga más soportable. Ya lo decía el poeta Pablo Neruda: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.