Entre la lucha y el esquematismo
Año 1890. "No nos quieren escuchar, pero nos vamos a hacer oir" es una de las frases del grupo de obreras textiles que impulsan este relato de la española Laura Mañá, que se mueve entre dos mundos: uno de lujos y otro de lucha en medio de un contexto de cambios políticos y sociales.
El despido de una empleada de la hilandería hace estallar el conflicto y el relato cuenta los acontecimientos que protagonizaron esas mujeres junto a la anarquista Virginia Bolten (Laura Novoa) y la estrella del canto lírico nacional Lucía Boldon (Esther Gortis)i, quienes se unieron para publicar La Voz de la Mujer, el primer periódico anarquista feminista de Latinoamérica.
En ese marco, Lucía Boldon es una suerte de Camila, una mujer que enfrentó las convenciones de la época y se enamoró de Federico Pardo (Joaquín Furriel), el sobrino de un coronel, desafiando a un senador (Daniel Fanego, siempre correcto).
Ni Dios ni patrón ni marido tiene un elenco interesante que nunca encuentra el punto emotivo exacto como consecuencia de diálogos forzados y frases hechas que atentan contra la credibilidad de la película.
La recreación de época es correcta y la trama se mueve a tropezones erntre romances contrariados, carruajes, imprenta clandestina y La Bohemei. Los personajes como Genaro (Jorge Marrale) aparecen atrapados por el esquematismo de un film al que le faltan matices dramáticos.