Feminismo escolar
“A partir de ahora, se terminó eso de ‘anarquismo y libertad y las mujeres a fregar’”, les avisa a un grupo de ácratas machistas la indoblegable Virginia Volten, que a su combate contra Dios, Patria y Estado suma la rebelión contra la opresión masculina. Encarnada aquí por Eugenia Tobal, Volten fundó a fines del siglo XIX el periódico anarco-feminista La Voz de la Mujer, que anticipó luchas que aún continúan. De allí que la referencia que en algún momento se hace a que “en el próximo siglo todo aquello por lo que luchamos finalmente llegará” debe entenderse como amarga ironía.
Pero ironía no le sobra a Ni dios ni patrón ni marido. Dirigida en la Argentina hace ya unos años (había quedado en espera de estreno) por la realizadora catalana Laura Mañá, la película reconstruye con esquematismo casi escolar –buenas de un lado, malos del otro– aquella lucha pionera de Volten y sus compañeras. Estas son en su mayoría hilanderas, al servicio de un patrón (Jorge Marrale) cuyo solo nombre (Volpone) anuncia su condición de zorro en el gallinero. El tipo no permite que una de las trabajadoras cuide de su hijo enfermo, el niño muere por falta de atención y se arma la revuelta, sofocada a sangre y fuego por orden del jefe de policía. Motivo de sobra para que las operarias vean con buenos ojos la iniciativa de la brava Virginia de lanzar un diario que las represente.
A ellas se les adosa una cantante de ópera de mente amplia llamada Lucía Boldoni, la relevancia de cuyo rol tal vez se deba a que la encarna Esther Goris, autora de la idea original y coguionista de la película. Admirada por la alta sociedad porteña, “La Boldona” es cortejada por dos hombres de función maniquea. Uno es un senador conservador (Daniel Fanego); el otro, un abogado aparentemente radical (Joaquín Furriel): ese triángulo da lugar a escenas de alcoba que rematan en diálogos de teleteatro. Mientras tanto, el senador y un generalote (Jorge D’Elía) traman un castigo ejemplar contra las insurrectas. Pero éstas triunfarán, porque el futuro así lo impone.