Otra mirada a Malvinas
Ni héroe ni traidor, de Nicolás Savignone, escrita por el mismo Savignone junto a Francisco Grassi y Pío Longo, es una película cuya constitución general es correcta y pensada así como la describo encaja perfectamente en la época y dentro de los espacios y sucesos que describe y en los cuales se enmarca. Para cualquiera que no haya vivido la década de los 80s, puede parecer como ver el Canal Volver: básicamente una forma diferente de ser, comportarse, unos modismos que suenan, incluso, risueños. Y es que en ese punto donde, considerando que la idea y planteo desde la dirección eran justamente esos, la película acierta en la reconstrucción, y junto con la reconstrucción de época, dan en el clavo con los detalles y la atmósfera que se pretende recrear.
A partir de un muy buen elenco, entre los que se encuentran Juan Grandinetti, Inés Estévez, Rafael Spregelburd, Gastón Cocchiaralle, Fabián Arenillas y Héctor Bidonde, el director trabaja con la mirada que le imprime a su personajes y utiliza muy bien lo que cada uno de los intérpretes puede dar en función de tonos y posibilidades, y logra una recreación ajustada y sincera de los momentos y vínculos de tres generaciones que se encuentran en el dolor y la búsqueda de los sueños.
En cuanto a la visión histórica, del momento y de los personajes, de la desesperación sobre una guerra incomprensible y la comparativa con otras guerras y conflictos motivados por cuestiones diferentes y tal vez más válidas en el pulso de los acontecimientos (pero nunca justificables por todo lo que significa un conflicto armado en términos de pérdidas de vidas humanas) lleva a preguntarse qué ha hecho la humanidad y cómo ha elegido resolver sus conflictos. Un planteo que se une con el primero, con el que sobrevuela y es el interés particular de la película que nos ocupa, y pinta la decisión inentendible (desde la lógica más básica) de declarar una guerra por motivos espurios y una clara intención de manipulación ideológica tendenciosa de la población, de la mano de un poder violento que había arrebatado la libertad y los derechos básicos, sentándose casi literalmente sobre una constitución que, aunque a veces y a los tumbos, debe respetarse y más o menos funciona.
Ni héroe ni traidor es una película de una armado y una construcción particular, que parece, inclusive, filmada en la misma época en que transcurrieron los hechos, y ello le imprime una atmósfera que acerca aún más a los hechos que se narran.