Oscura comedia de enredos
En algún momento, a poco de comenzada la comedia de enredos oscura que es Ni un hombre más, alguien hablará de un plan perfecto y no se necesita mucho para darse cuenta de que el plan, todos los muchos planes que se elaborarán durante el desarrollo de la trama, serán de todo menos perfectos. Por un lado está aquel urdido por Karla (Valeria Bertuccelli) y Ricky (Juan Minujín), un secuestro exitoso durante sólo unos minutos. Claro que entre el festejo por el cobro del rescate de 100.000 dólares y los problemas pasará muy poco tiempo. Una víctima que se muere en el baúl del auto, un choque en medio de la nada y la llegada a una hostería en la selva de Iguazú que será el escenario del desastre. Allí estará Charly (Martín Piroyansky), el joven encargado del lugar que vive obsesionado por las iguanas que estudia, caza y cocina en un guiso que es su especialidad y que disfraza de pollo para los turistas sensibles. Por ahí también aparecerá Rolo (Luis Ziembrowski), un guardaparques amigo de Charly que tendrá un rol esencial en las complicaciones que incluirán a una misteriosa pareja, un par de mujeres despechadas y algunos personajes más que completarán el carácter coral del film dirigido por Martín Salinas, experimentado guionista que con esta película debuta en el largometraje. Muy hábil para construir los diálogos y las interacciones entre sus tres protagonistas, Salinas no obtiene los mismos resultados del resto de los personajes en los que muchas veces recae la obligación de explicar y resolver partes fundamentales de la trama. Una ardua tarea que por momentos atenta contra el frenético ritmo construido con la contribución de las notables interpretaciones de Bertuccelli, Piroyansky y Ziembrowski. Cada aparición de ellos -juntos o por separado- en pantalla pone de manifiesto los costados más cómicos y al mismo tiempo tensos de la historia.
La Karla con K de Bertuccelli consigue evitar la caricatura de la mujer desesperada y dispuesta a todo por lograr zafar del desastre en el que se transformó su plan perfecto, mientras que Piroyanski resulta el héroe verdadero, complejo y sutilmente gracioso del cuento. Menos sutil, pero igual de rendidor es el personaje interpretado por Ziembrowski, un hombre que comienza siendo incapaz de matar una mosca y termina de una manera bastante distinta.