Instinto de supervivencia
Resulta alentador -por lo menos desde los papeles- que el cine argentino apunte a un género específico para tratar de sacar el mejor rédito posible pero sin perder esa cuota de identidad y argentinidad en los proyectos. La comedia negra ya de por sí es un subgénero bastante difícil de transitar porque en primer término necesita de personajes oscuros, cínicos e inescrupulosos para avanzar e incorporar a la historia situaciones extremas que lleven a los personajes a tomar decisiones también extremas. Nada mejor planteado entonces que un botín y una sucesión de muertes para que ese motín vaya pasando de un dueño a otro.
Esa es la buena premisa de Ni un hombre más, debut en el largometraje del avezado guionista Martín Salinas, quien logra a través de un guión bien trabajado mezclar la comedia negra con el suspenso a la Hitchcock en un ambiente semisalvaje del Iguazú estableciendo un simpático paralelismo entre el comportamiento animal de las iguanas y el de los personajes, en especial el referido al género femenino en su disputa territorial por la atracción del macho, donde la destacada interpretación de Valeria Bertuccelli confirma que es la mejor comediante de la camada joven de actores argentinos porque no se pasa de la raya ni sobreactúa sus personajes que por lo general atraviesan momentos de tensión o se exponen a situaciones en las que el humor físico debe aflorar.
La secunda en ese mismo registro un Martín Piroyansky atento al ritmo de los diálogos y sobre todo a las reacciones para saber interactuar en los momentos justos dejando alguna incertidumbre en el espectador en función a la conducta o derrotero de su personaje.
Todo comienza con una pareja de secuestradores improvisados (Bertuccelli y Juan Minujín), quienes luego de cobrar el rescate por un anciano encerrado en el baúl del vehículo sufren un doble accidente que los conducirá azarosamente a una hostería, cuyo encargado es el joven Charly (Martín Piroyansky), quien a su vez está esperando la llegada de unos turistas provenientes de Brasil. A partir del encuentro y de una seguidilla de enredos, que van subiendo la tensión y sumiendo a los personajes en una lucha por la supervivencia, la trama va acumulando situaciones cómicas, con diálogos rápidos y no explicativos aunque por momentos trasparentan demasiado los hilos del guión que en pantalla se notan con mucha más nitidez.
No obstante, pese a algunas fallas en la construcción de los personajes, el tono de la comedia negra jamás se pierde y la operación de mezcla de elementos de género da buenos resultados y todo eso gracias a una buena dirección de actores.