Tenemos que hablar de Kevin
Alejandro Manco toma como hilo conductor de la historia la muerte de Kevin, un chico de nueve años, asesinado durante el enfrentamiento de dos bandas, en una zona liberada por las fuerzas de seguridad, para abordar diferentes temas vinculados a problemáticas que sufren quienes habitan las llamadas villas de emergencia.
Kevin Molina fue asesinado en Zabaleta el 7 Septiembre de 2013 cuando una bala entró a su casa y le dio en la cabeza. Afuera, dos bandas de narcotraficantes se disputaban una casa. De los 105 disparos producidos uno acabó con la vida del chico de nueva años. Paradojas del destino o no, el enfrentamiento se dio en la Plaza Kevin, fundada en homenaje a otro pibe muerto en circunstancias similares. Ante un estado ausente, los vecinos se unifican en una organización horizontal llamada “La Poderosa” (de la que también surge la revista La Garganta Poderosa) para luchar contra las injusticias.
Con el disparador la muerte de Kevin, Manco construye un film noble y sensible sobre las diferentes vicisitudes que sufren quienes habitan en barrios donde no hay presencia estatal, pero no la hace desde el regodeo de la miserabilidad, ni la culpa de clase, ni siquiera para construir héroes. Sino desde el retrato genuino de quienes se unen para luchar ante un estado abandónico y una justicia que solo beneficia a poderosos. Personas que ante la ausencia actúan en grupo para protegerse y proteger a los suyos. Se contienen y visibilizan sus problemáticas. Crean una revista, edifican una garita, organizan un festival. Construyen sobre las ruinas. Humanizan.
Ni un pibe menos (2016) es el grito desesperado de un sector marginado ante la estigmatización social, la violencia institucional, la ausencia de un estado al que la pobreza no le interesa. Es el pedido de justicia de un pueblo por el asesinato, no de uno, ni de dos chicos. Por todos los Kevin que mueren producto de la corrupción gubernamental, el abuso de poder y la maldita policía.