Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia protagonizan este thriller que brilla más por su puesta en escena y fotografía que por la historia que presenta, con un relato que al final no convence.
Filmado en los imponentes escenarios del sur argentino, con un comienzo que hace recordar el inicio de Noches blancas -Christopher Nolan- y con pasajes que traen a la memoria El Renacido -claro que vale recordar el paso de DiCaprio por los escenarios del sur-, Nieve negra tiene como protagonista a tres hermanos, un ermitaño -Ricardo Darín- que vive en una cabaña en medio de las montañas, una paciente psiquiátrica -Dolores Fonzi- y el tercero -Leonardo Sbaraglia-, que tras la muerte del padre llega del exterior junto a su esposa Laura -Laia Costa- para tratar la venta de los terrenos que comparten por herencia. Pero el cruce de los hermanos reaviva un secreto dormido durante años que separó a la familia.
Intercalando el presente y pasado mediante flashbacks que experimenta uno de los protagonistas, una excelente fotografía que logra fundir el clima frío, denso y sombrío del paisaje con el accionar de sus protagonistas y un acertada banda sonora, el relato va develando lentamente y con muy buenos clímax -aunque suceda muy poco- los secretos guardados, hasta casi el final del film, cuando una vuelta de tuerca poco verosímil acelera los hechos y finaliza una historia que deja sabor a serie de TV o pensada para secuelas.
Con prolijos trabajos actorales en general que cumplen pero no brillan, es Ricardo Darín quien se destaca con su papel de ermitaño, retraído y perturbado, aunque pareciera desaprovechado al igual que la muy breve aparición de Dolores Fonzi, en un papel que podría haber aportado mucho mas a la trama.
Un relato en el que poco sucede y los clímax y aspecto visual se sobreponen a una historia simple, donde la ambición es mas fuerte que la culpa y con un final que demanda venganza.