El pasado y su eterno retorno
La nueva película de Martín Hodara (realizador de La señal, 2007) reúne a Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia alrededor de una historia sobre dos hermanos enfrentados. El gélido paisaje, un protagonista más.
Marcos (Sbaraglia) regresa junto a su esposa (la española Laia Costa) al áspero sur argentino, dispuesto a resolver el asunto de la herencia familiar. Es necesario vender lo que tiempo atrás fue su casa y volver al confort que, evidentemente, lo cobija en Europa, territorio en donde decidió radicarse. El panorama en su otrora tierra natal es distinto. Más bien turbio. Porque allí vive en un estado de aislamiento su hermano Salvador (Ricardo Darín), a quien -por lo visto- aún pesa sobre sus espaldas la muerte que accidentalmente le ocasionó al hermano menor, en plena jornada de caza. El cuadro se completa con la única hermana mujer (Dolores Fonzi), quien mucho no puede decir sobre la herencia porque está internada en un hospital neuropsiquiátrico…
Con ese panorama comienza Nieve Negra (207), película en donde el paisaje lo define todo, o casi todo. La decadencia familiar, el resentimiento y la codicia son las aristas de este drama; elementos que quedan envestidos bajo la supuesta búsqueda del bienestar. Está claro que aquí ese bienestar es esencialmente para Marcos, quien pronto será padre y no tiene ninguna intención de quedarse junto a sus hermanos. El pasado, lentamente, le recordará que allí en el sur la situación sigue siendo exasperante, sobre todo cuando los enfrentamientos con Salvador se hagan cada vez más intensos y violentos.
Hodara –también guionista- recurre al flashback como una modalidad narrativa clave para desentrañar aquel pasado oscuro que se niega a desaparecer. Al comienzo, lo articula con el presente del relato con fluidez, pero a medida que la película avanza comienza a revelarse como una herramienta útil para subsanar algunos declives argumentales, hasta llegar a un final un tanto inconsistente en su forma de revelar lo que pretendió ser ocultado.
Desde luego que Nieve Negra no está exenta de méritos, esencialmente el tratamiento de la imagen y la composición de Darín, intérprete que intenta darle un espesor dramático contundente a esta historia que comienza con un planteo interesante pero que, si consideramos sus ambiciones (estéticas, argumentales, incluso de marketing) se queda algunos pasos atrás.