Este film tiene un clima y un aspecto similar a “El Aura”, obra maestra de Fabián Bielinsky, de quien Darín fue compinche. Aquí hay un lugar que vale mucho dinero, un par de hermanos, otro hermano muerto, una mujer y un secreto feroz que corroe a los personajes. Por momentos, la película avanza; en otros –los innumerables flashbacks explicativos, un ejercicio ad hoc cuando el guión tiene baches–, se detiene y no sabemos si de modo pertinente. Hay algo de forzado en la tensión que logran más con su actuación que con la precisión de la trama los dos actores principales, que conocen muy bien su trabajo y, cuando corresponde, logran sacarles jugo a varias secuencias. El todo decepciona un poco: genera la impresión de que los realizadores no creen en la historia que cuentan, sino que se orientan sobre todo a producir cierto efecto. Esa falta de respiración desluce el resultado final.