Un thriller actuado y dirigido de manera prolija. El buen manejo del suspenso compensa los puntos flojos de su trama.
Dos de los actores más destacados del cine nacional que participaron —por separado— en la recordadísima Relatos Salvajes (2014), se juntan en una co-producción entre Argentina y España. Esta vez no están separados en relatos episódicos, sino que comparten la pantalla en una misma historia. Salvador (Ricardo Darín) es un ermitaño que vive aislado en una cabaña en el sur, después de verse involucrado en la muerte de su hermano menor en medio de un accidente de caza. Su hermano Marcos (Leonardo Sbaraglia) decide visitarlo —tras estar décadas sin verse ni hablarse— junto a Laura (Laia Costa), su esposa embarazada, para discutir la venta millonaria de los terrenos de su padre fallecido. El reencuentro entre los hermanos reflota viejos rencores enterrados en la nieve y poco a poco descubriremos la verdadera razón por la que Salvador y Marcos se distanciaron.
Martin Hodara (La Señal, 2007) es un director con solo un largometraje en su haber, pero Nieve Negra se siente como un film hecho por un realizador muy maduro y prolijo, con varias películas encima. El film es un thriller, una obra en la que el suspense es el recurso sobre el que la historia se desenvuelve. Hodara lo sabe y juega bien sus cartas al presentar un relato que va revelando gradualmente sus misterios e incógnitas sin hacerse predecible ni tampoco excesivamente rebuscado. A medida que la película avanza vamos aprendiendo más sobre la historia previa de los personajes, nos dan piezas para ir completando el rompecabezas pero sin que esto nos permita descubrir la imagen antes de tiempo.
Un bello trabajo de fotografía (el catalán Arnau Valls Colomer le sacó el jugo a todas las tomas de paisajes y escenarios naturales) con colores fríos y oscuros sumado a una música que aparece muy de vez en cuando, pero que funciona muy bien junto al apartado visual para lograr una atmósfera lúgubre, un clima ideal para este tipo de relatos. Actoralmente todos están muy bien: Ricardo Darín se aleja de su zona de confort y se la juega con un papel muy bien logrado. Salvador es personaje de pocas palabras, taciturno, solitario y hosco —a veces llega a ser maleducado— con una mirada tan fría y dura como el suelo nevado donde la película se filmó.
Sbaraglia (Al final de túnel, 2016) vuelve a brindar una interpretación sólida, pero quien sorprende y se destaca con el correr del film es Laia Costa (Victoria, 2015), actriz catalana en ascenso que hace poco logró una nominación a los premios Bafta como actriz revelación. Federico Luppi acompaña bien en sus pocas y muy breves apariciones y el personaje de Sabrina (la tercera hermana, interpretada por Dolores Fonzi) sirve apenas para escupir un poco de exposición y nada más. Es prácticamente un cameo, no vuelve a aparecer en pantalla. Un personaje que habría enriquecido la película de haber sido un poco más desarrollado.
Nieve Negra termina siendo un entretenido y efectivo thriller que cumple con su misión de sostener el misterio y generar un clima de tensión y suspenso. Correcta y prolija desde el costado técnico, con un elenco de actores talentosos que no defraudan, la película hace una buena utilización de los flashbacks para contar la juventud de los hermanos y utiliza inteligentes transiciones entre presente y pasado en lugar de simples cortes de escena. Pese a que a que la trama tiene algunos agujeros e inconsistencias, sus virtudes terminan pesando más que sus falencias y el gusto a poco que deja esa resolución tan simple del secreto principal del film.