Mientras en nuestro país, en placa roja de Crónica TV y en la primera plana de medios gráficos, se anunciaban los casos de un “hombre araña”, que desvalijaba departamentos en ausencia de sus dueños, en Chile, un grupo de adolescentes hacía de las suyas de manera similar bautizándolas la prensa local como “Niñas Araña” (2017), que ahora llegan al cine de la mano del realizador Guillermo Helo.
En la propuesta, coproducción con Argentina, que intenta de manera ficcional presentar la vida de tres adolescentes de un barrio carenciado de Chile, se trabajan tópicos asociados a lo aspiracional, la amistad, el esperar cumplir metas, trasladable a cualquier país de la región y por eso su familiaridad al visualizarla, y también el entramado político y social que maneja los intereses del asentamiento.
Con un arranque que presenta a cada una de las protagonistas, Avi, Cindy y Stefany, su grupo familiar, sus costumbres y sus deseos, en los primeros minutos comprenderemos el contexto de la historia y cómo surgirá la idea sobre el “robo” como una válvula de escape a la dura realidad.
Algo interesante del film, es que no justifica la salida a robar de las niñas como condición social, al contrario, en la apuesta del guion, de desarrollar este punto como una casualidad/causalidad es en donde “Niñas Arañas” encuentra su fuerza para avanzar en la narración.
Allí donde otras películas y discursos de derecha intentan explicar el emergente de la delincuencia como condición inequívoca del contexto, “Niñas Araña” escapa a la fórmula y los lugares comunes.
Con similitudes a “The Bling Ring”, película de Sofía Coppola en la que un grupo de niños ricos salía a tomar por asalto las grandes mansiones de Beverly Hills, aquí el célebre barrio de Las Condes, con sus inmensas torres, se transformará en el lugar para que el botín sea sustraído y con él la construcción de sueños personales asociados a lo material.
Claramente, para que la tensión aflore, los conflictos entre las niñas aparecerán, como así también con sus grupos familiares, con sus vecinos, con los hombres, con las mujeres, con el resto de las niñas.
Sin apelar a golpes bajos, y potenciando la fuerza de la rebeldía juvenil como motor impulsor de cambios, “Niñas Araña” se posiciona como un fresco generacional potente, con una dirección simple, pero efectiva, apoyado en las actuaciones de Michelle Mella, Francisca Gavilán y Javiera Orellana y que en la descripción y en la no toma de partido refuerza su relato y razón de ser.