David –un padre soltero y desempleado que vive con sus padres– intenta reservar unos minutos para sí mismo y su pasión por el rap. En la intimidad de la vida cotidiana, filmada con ternura, de forma inmersiva, a través de gestos y silencios, lo que emerge es la importancia de la unidad familiar. De la mañana a la noche, en una temporalidad en presente reconstruida en el montaje, el empeño de David por mantener vivo su sueño refuerza la tenacidad con la que educa de sus hijos.