Julie y Daniel Rivers acaban de mudarse fuera de la ciudad a un caserón cerca del lago. Están en plena refacción mientras Daniel (Guy Burnet) intenta consolidar su nuevo trabajo como profesor universitario y Julie (Melissa Barrera) transita el último trimestre de embarazo trabajando como anticuaria.
Uno de los problemas que intentan resolver es el inminente derrumbe del piso del baño. Es de esta manera que uno de los albañiles encuentra en las tuberías una inquietante pulsera. Entregada de inmediato a Julie, con tintineantes dijes dorados y algunos susurros, termina en la muñeca de ella la misma noche en que irán a una fiesta de presentación del ámbito académico al cual Daniel quiere pertenecer.
Todo va muy bien, parecen ser una pareja sólida, feliz con sus trabajos y la llegada de su primera hija, cuando en el lugar alguien le pregunta a Daniel si tienen más hijos y este responde que no. Esto enoja a Julie, porque si bien la mudanza supondría un nuevo comienzo, no estaba dispuesta a dejar ir el recuerdo de su anterior hijo, motivo por el que, además, ella había pasado un tiempo de inestabilidad mental.
Julie termina en el hospital luego de un accidente en las escaleras hacia su cuarto. No solo presenta un desprendimiento de la placenta por la cual deberá guardar reposo absoluto, sino que también muestra síntomas de shock. Algo la había asustado lo suficiente como para paralizarla.
Así comienza la cuenta regresiva hacia el parto. Encerrada, sin poder moverse, experimentará las ansiedades del parto y el regreso de los traumas del pasado empujados por experiencias sobrenaturales que pondrán su salud mental en conflicto, su relación con Daniel también. Julie dará batalla para protegerse a sí misma y a su bebé al mismo tiempo que la casa contará su historia.
Estos son los condimentos para el clic en una granada de mano: un caserón en ruinas apartado de la ciudad, un hijo del que todavía no sabemos qué pasó (pero no está), una pulsera susurradora y un embarazo avanzado. Podría explotar, pero…
No Descansarás es el primer film de Lori Evans Taylor, también guionada por ella. Sin variación alguna en la fórmula universal para las películas de casas embrujadas, sostiene la tensión en base a sustos que se activan con sonidos y primeros planos. El punto de estrés es esa madre embarazadísima que debe mantener la calma y no puede, protagonizada por la chica del momento (Melissa Barrera), quién dejó la pantalla encendida luego de la última Scream y mantiene una actuación irreprochable, muy bien acompañada por Burnet y Edie Inksetter (enfermera y cuidadora de Julie), pero que no alcanza para generar terror.
En fin, como película de terror es un mejor thriller psicológico. Con buenas actuaciones, si no llevás muchas expectativas de asustarte, entretiene.