Camino a la sanación.
Últimamente el cine chileno es un reflejo de un sector muy acotado de la sociedad, dirigido a la clase alta y conservadora, que dificulta su llegada al resto. Por lo que estarán presentes la soberbia, la arrogancia, la discriminación, el machismo, la furia, el perfecto idioma inglés integrado al castellano, y demasiada influencia de Estados Unidos, ambientes laborales superficiales, la tentación, las apariencias, las vidas no elegidas (condicionamiento social y familiar) y, por sobre todo, el dinero; todos estos factores conducen a una depresión reprimida que en algún momento debe explotar. Es el caso de la protagonista de esta comedia dramática.
No estoy loca (2018), comedia chilena del director y guionista Nicolás López, sigue a Carolina (Paz Bascuñán) quien cree tener una vida perfecta. Luego de una crisis de nervios y un quiebre emocional, su esposo Fernando (Marcial Tagle) y su mejor amiga Maite (Fernanda Urrejola) la introducen en una clínica psiquiátrica. Ahora la protagonista deberá, a su tiempo, bajar las defensas y elegir: colaborar con el tratamiento o rehusarse y continuar una vida de mentira como un robot. Nuestra protagonista se encontrará con varias sorpresas dentro de la clínica, que jamás hubiese encontrado afuera. Bien podría comprenderse este punto como nuestro interior y el exterior, dado que la terapia ayuda, pero luego hay que enfrentar al mundo exterior en soledad.
La dirección de Nicolás López es simple y correcta, las ambientaciones también, destacándose la clínica en interiores, con sus colores pasteles y decoración en general, y en exteriores en donde prevalecen el color verde y la naturaleza, connotando la continuidad de vida de manera permanente e invitando a la persona a transformar su interior y sanarse. Árboles y plantas se volverán protagonistas. Los elementos del género están presentes, la exageración de una situación llevada al límite y la no credibilidad de la premisa principal para lograr la atención del espectador, lo predecible y la incongruencia. La dificultad se presenta allí, a partir del segundo acto y durante el desarrollo de la trama dramática: no hay armonía en la secuencia de escenas para unificar una idea clara. Sin embargo, destaco la actuación de Paz Bascuñan dado que se carga la película y logra nuestra empatía, al igual que algunas de sus compañeras “locas”. Está muy bien logrado el proceso terapéutico, la división entre pacientes y doctores. Todo acompaña para lograr una recuperación, principalmente la música y el baile desestructurados y liberadores. “La mejor venganza/herramienta, es ser feliz” y “Hay que estar demasiado cuerdo para admitir que estás loco”… cito estas frases porque aplica a todos e invita a una reflexión dejando los prejuicios de lado.
Hay muchas reminiscencias, es obvio que está todo contado en cine; lo inteligente es descubrir qué película, cuadro, libro, etc., resuena en tu interior para sacar provecho de una creación y sumar. En lo personal me resulta interesante, la similitud o paralelismo con The Truman Show (1998), película muy recomendable, por lo que comentaba al comienzo y sobre todo en una sociedad tan dispar, como la chilena y la estadounidense. Eligen como debemos vivir, desde antes de nacer y revelarse ante eso, luego de “vivir” una vida sin sentir quiénes somos en realidad, debe ser muy difícil. Es el único aliento que me brinda esta película con sus momentos para reir y emocionarse, y, es el principal mensaje que elijo, muy atinado para este tiempo de introspección.