Tres amigas de secundario se ponen de acuerdo para perder la virginidad el día de graduación. Enterados de esos planes, los padres de dos ellas y la madre de la tercera hacen todo lo posible por frustrarlos.
El planteo de No me las toquen -traducción que no casualmente remite a las peores comedias nacionales de los ’70 y ’80- es tan anticuado que sus responsables -la debutante Kay Cannon y los guionistas Brian y Jim Kehoe- echaron mano de la corrección política para aggiornarlo. Por eso, hay escenas de feminismo explícito que no hacen más que embarrarla aun más: el contenido de esos diálogos es apropiado para la vida social moderna, pero no hay modo de que funcionen en una comedia. He aquí uno de los daños colaterales del Time’s Up.
De todos modos, ése es sólo uno de los incontables desaciertos de la película. La escatología -vómitos, cerveza bebida cual enema- tampoco ayuda. Ni las constantes alusiones a otras series y películas (vicio recurrente en las comedias hollywoodenses recientes). Ni, digámoslo con todas las letras, el infantilismo y la estupidez general.