Soltar a las chicas
Si bien en su apariencia, No me las toquen (Blockers, 2017) se presenta como una comedia ligera sobre el acercamiento al sexo de un grupo de adolescentes en el día de su graduación, y los alocados intentos de sus padres por impedirlo, el hábil guion de la película posee la suficiente inteligencia para hablar de temas como el desapego, el síndrome del nido vacío, la sobre protección, identidad sexual y cultural, el empoderamiento femenino y sororidad, en medio de un cúmulo de gags que van directo a la colección de bromas memorables de la nueva comedia americana.
La directora Kay Cannon supo dentro de este paradigma de la comedia más reciente, construir un nuevo camino que potenció los disparadores narrativos de Ritmo perfecto (Pitch Perfect, 2013) aquellas que a través de la música permitieron fortalecer una saga que reubicó a la mujer en el centro del cine cómico y catapultó a la fama a Anna Kendrick y Rebel Wilson.
En No me las toquen no hay grupo musical, pero sí un trío de padres (John Cena, Leslie Mann, Ike Barinholtz) que intentará detener la alocada noche sexual que sus hijas (Kathryn Newton, Geraldine Viswanathan, Gideon Adlon) pretenden tener luego del baile de finalización de estudios.
Anclada en comedias de John Hughes, por ese estilo clásico de presentar a los personajes para luego ofrecerles autonomía para encarar cada uno de los conflictos que se desencadenarán tras la decisión de impedir el acto sexual, la directora Kay Cannon logra, además, impregnar el relato de originalidad sin traicionar en ningún momento las leyes de la nueva comedia que piden, a saber: escatología, malas palabras, incorrección, gags sorpresivos, entre otros puntos.
El guion de Jon Hurwitz, Brian Kehoe, Jim Kehoe, Eben Russell, Hayden Schlossberg, además, suma a la tecnología como vehículo narrativo para que la confusión y el conflicto se instale en la película. La primera escena, de hecho, es un video de una de las protagonistas en su infancia, ingresando al colegio, el primer día de clases, con sus miedos, que se desvanecen al conocer a las otras dos niñas que protagonizarán el film. Con ese video, pero ya adultas, cerrará el film, porque en el fondo Kay Cannon cumple a rajatabla con el manual
También, si un gag sobre emojis sexuales, y la mala interpretación por parte de los padres dispara la acción, se avanzará con una reflexión sobre los vínculos, parentales, sociales, desde una aplicación que determina, en este caso la progresión narrativa, pero que en realidad forma y digita la vida.
No me las toquen construye de manera muy fuerte cada uno de los personajes, tanto en el caso de los padres (el sobre protector, el caso perdido, la mujer dedicada 100 por ciento a su hija) y los hijos (la linda, la fuerte, “el bicho raro”) y a partir de allí tiende las líneas narrativas para relacionarlos y relacionarse con los demás. Los expone a situaciones inverosímiles para reforzar el humor escatológico (Cena “tomando” cerveza, vómitos por doquier), a la confusión necesaria para avanzar en temas sobre la identidad sexual de una de las jóvenes, y a la mirada del espectador para que realmente sienta que la amistad de los dos grupos es sincera.
Comedia efectiva, que consolida una narración dinámica con gags y punchlines feroces, y que en la presentación más superficial de ese relato sobre transformación y pérdida de la virginidad, contiene un subtexto que refleja un tipo de relacionarse en familia, que representa miedos, dudas, angustias, pero también alegría y logros en conjunto, cierto volantazo a la corrección política hacia el final, le juega en contra al potente muestrario de locuras que los padres llegan a hacer por sus hijos para evitar su crecimiento y maduración.