La expresión “femicidio”, hoy escuchada y leída constantemente en los medios de comunicación, tiene su razón de ser gracias al caso de Corina Fernández. Una mujer que tras recibir tres tiros de parte de su ex marido, tras muchas denuncias y órdenes de alejamiento que no resultaron efectivas, logra tras un juicio que él vaya preso y así deje de darle miedo algo tan simple como salir a la calle.
El realizador Gabriel Arbós, en una época donde el índice de violencia machista sigue siendo enorme pero al menos es un tema del que se habla más, estrena esta película, a medio camino entre el documental y la ficción, centrado en la experiencia de vida de la propia Corina.
Ella misma da testimonio a cámara de su historia, que creyó que iba a ser de amor en un principio y derivó en una de terror, con quien fue su marido y padre de sus hijas. A sus propias palabras se le intercalan dramatizaciones que le dan vida a momentos que Corina vivió y hoy recuerda y se enfrenta.
No me mates está claramente dividida en dos. La primera media hora abarca la relación tóxica que tiene con este hombre que sin necesidad de agredirla físicamente se la pasa violentándola de manera psicológica. Escenas de celo infundadas, un control excesivo para con ella, palabras de desprecio incluso hacia sus hijas, son sólo algunas de las cosas que tuvo que vivir y sobrevivir Corina. Pero cuando él actúa por primera vez de manera violenta y física, ella decide dejarlo.
Y no es así como termina su historia, porque ahora le toca el difícil proceso judicial. Incontable cantidad de denuncias que parece que nadie lee, una orden de alejamiento que no se cumple y el miedo tras las constantes amenazas de muerte por parte de él derivan en la traumática situación que casi le cuesta la vida. Y ahí tampoco termina la película. No me mates retrata cada proceso, el juicio, el después, la vida ahora.
A nivel audiovisual, No me mates es un producto bastante flojo, donde muchas veces las dramatizaciones no aportan nada más que lo que hace el testimonio de la propia Corina. Las actuaciones de Ana Celentano y Alejo García Pintos no terminan de funcionar en un film que no respira mucho cine y parece más bien un episodio de algún programa televisivo. De hecho, el film dura apenas poco más de una hora.
Pero en este caso, quedarse con esto sería injusto. Porque la razón principal de ser de esta película es la de dar voz a la mujer que sufre de violencia en su hogar sólo por el hecho de ser mujer. La propia Corina, que en el final de la película se reencuentra con ella misma, es decir con su personaje, ella decide contar la historia con el fin de pedir que las cosas cambien para que esto no se repita. Claro que es un camino largo y todavía falta mucho por transitar pero ella aconseja: “que no se callen”.
Un film que se debería ver, una historia que merece ser escuchada.