Una película corchazo brutal y aleccionadora
El director Adam McKay -asociado con Netflix- reúne a un envidiable elenco de súper estrellas de Hollywood y los pone en acción en medio de un mundo condenado a la extinción. Descarnada sátira que expone la estupidez y ceguera de poder que tienen los seres humanos ante un escenario totalmente caótico.
La Tierra se está muriendo, la grave problemática en torno al calentamiento global no ocupa el lugar que merece en las agendas políticas y el futuro de nuestras vidas se convirtió en la menor de las preocupaciones. Vivimos en un mundo salvaje donde los poderosos quieren acumular más riqueza y los medios hegemónicos persiguen intereses corruptos. Solo algunos individuos permanecen alertas a las advertencias del ecosistema. En No miren arriba -producción de Netflix que estrena el 24 de noviembre en la plataforma, pero ya puede verse en cines seleccionados- Adam McKay transita estas reflexiones en forma de comedia brutal y aleccionadora que se meterá en tu psiquis aunque no lo quieras.
La trama se centra en Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de posgrado de Astronomía, y su profesor, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), quienes hacen un descubrimiento asombroso: hay un cometa en órbita en el sistema solar. ¿El problema? Que lleva un rumbo de colisión directa con la Tierra. ¿El otro problema? Que a nadie le importa. Al parecer, advertir a la humanidad sobre un mataplanetas del tamaño del Everest resulta incómodo. Solo quedan seis meses para el impacto del cometa, pero gestionar el flujo de noticias y ganarse la atención de un público obsesionado con las redes sociales antes de que sea demasiado tarde, no es tan sencillo como pareciese.
Resulta imposible no asociar a No miren arriba con la actual crisis que atraviesa el mundo por la pandemia del coronavirus, que desnudó la fricción entre la ciencia y el "sálvese quien pueda" individualista, enmarcado en figuras negacionistas. En este contexto no es casual que Netflix decida apostar a por una metáfora afilada con un mensaje que pega duro. Que Adam McKay elija la sátira como forma de contar el relato, es la forma más despiadada para mostrar lo que puede llegar a ocurrirle al planeta si no somos más cuidadosos con nuestras acciones.
Leonardo DiCaprio representa al científico bueno que se deja seducir por los intereses del capitalismo, Jennifer Lawrence es una símil Greta Thunberg, el increíble Mark Rylance encarna al prototipo de magnate sociópata (¡Elon Musk!) que prefiere matar a la humanidad con tal de convertirse en una celebridad y Meryl Streep es una presidenta conservadora, inescrupulosa e ignorante a la cual solo le interesa la mejor estrategia para ganar su campaña política. Desde Marcianos al ataque que este crítico no veía una experiencia tan desenfrenada, imperfecta y, aún así, de lo más valiosa. Se van a reír y también, a preocupar.