Si es el fin del mundo, que no se note
El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (2004), ópera prima de Adam McKay, más allá de ser una comedida desopilante, fue una adelantada lectura del machismo en esferas laborales que, tras casi 20 años, continúa teniendo la misma frescura. Que en tiempos donde se acostumbra a hablar de “cómo envejecen las películas” una comedia -especialmente- cuente con ese mérito es resultado no solo de gags magníficos sino también de una capacidad de lectura notable. En este caso, el título protagonizado por Will Ferrell y Christina Applegate logró satirizar de manera lúcida y efectiva conductas despreciables (puntualmente ligadas al machismo en el ámbito laboral) sin depender de un contexto que las advierta constantemente. En pocas palabras, si hoy quisiera hacerse una comedia sobre la misma problemática, difícilmente se pueda pensar en situaciones que no haya incluido McKay hace nada más ni nada menos que 17 años.
Decimos esto porque la película en cuestión podría formar parte de las dos etapas que han dividido filmografía del director. Por un lado la primera, preocupada en brindar comedias inolvidables sin demasiadas pretensiones, y otra inclinada de lleno a las esferas políticas, período este último que lo acercó a las recientes ediciones de los Oscar, inclusive siendo galardonado a mejor guion adaptado por La gran apuesta (2015).
No miren arriba estaría en sintonía con esta última faceta de Adam McKay, y aunque el tono resulte mucho más descontracturado que el llevado a cabo en El vicepresidente, no por ello son pocos los puntos que le interesan al realizador, que giran alrededor de un potencial fin del mundo, trumpismo, medios de comunicación y redes sociales. De alguna manera, un cóctel explosivo que mezcla varias de las tendencias de los últimos tiempos, pero abordadas con un foco característico del contexto pandémico.
La historia comienza tras el descubrimiento de un asteroide fatal, llevado a cabo por dos astrónomos de poca monta (Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio) de la Universidad de Michigan. Según sus cálculos, este cometa de entre 5 a 10 kilómetros de ancho podría impactar contra la Tierra en no más de 6 meses, lo que conllevaría a la destrucción total. Claro que estos idealistas hombres de ciencia no se quedarán de brazos cruzados, y con la ayuda de un científico de la NASA (Rob Morgan) intentarán que el Gobierno de Estados Unidos tome rienda en el asunto, pero ni la presidenta Orlean (Meryl Streep) ni su inoperante hijo y jefe de gabinete (Jonah Hill) están interesados en el asunto, no solamente a causa de la habitual desidia con la que los gobiernos tratan las cuestiones ambientales, sino porque existen otros problemas mediáticos más urgentes –y absurdos- que podrían repercutir negativamente en las inminentes elecciones legislativas. Como si fuera poco, el fin del mundo no solo depende de la lucidez gubernamental, ya que también adquirirán protagonismo un noticiero (conducido por Cate Blanchett y Tyler Perry) no muy interesado en las malas noticias y un poderoso CEO de la telecomunicación (Mark Rylance) que halla en el apocalipsis una posibilidad millonaria. Ah, tampoco podían faltar las “grietas”, las conspiraciones y los miles de memes producto de las redes en tiempos de crisis.
Algunas de las situaciones más hilarantes lamentablemente son opacadas por los trailers de la película, pero hay momentos bien ocultados (también algún giro argumental y una inesperada escena post créditos) que siguen consolidando la irreverencia de McKay para ahondar en aquellas órbitas de las que mucho se rumorea, pero poco se conoce realmente. Algunos tramos se desarrollan con un frenetismo auténtico y otros con inevitables y apabullantes redundancias, pero, en definitiva, todo transcurre bajo el sello de una figura interesada desde hace un tiempo en representar de manera explícita, políticamente incorrecta y entretenida las miserias, arbitrariedades y contradicciones del poder. Si a ello le sumamos un elenco multiestelar que tiene espacio de sobra para lucirse (mención aparte para la breve pero fenomenal aparición de Ron Perlman) y un gran soundtrack, sin lugar a dudas, No miren arriba resulta una propuesta irresistible. Sí, alarmante. Pero imposible de dejar pasar.