Vendaval de sentimientos reprimidos.
En esta segunda película de Assaf Bernstein, el eje de la historia está representado por María (India Eisley), una adolescente de 18 años que lleva una vida deprimente. Tímida y solitaria, sufre bullying por parte de un compañero de curso (John C. MacDonald) y es incomprendida por sus padres (Mira Sorvino y Jason Isaacs). En el colegio tiene sólo una amiga, Lily (Penelope Mitchell), que la maneja a su antojo; y también está Sean (Harrison Gilbertson), el novio de Lily, que se compadece de la joven y de quien María está secretamente enamorada.
Su existencia dará un giro total cuando aparezca —en el espejo del baño de la lujosa mansión en la que vive— su alter ego, una muchacha con una personalidad absolutamente opuesta a la de María llamada Airam: segura de sí misma, atrevida, sensual, vanidosa. María se confiesa ante Airam y le cuenta todos sus problemas, aunque Airam sabe todo sin necesidad de que nadie se lo cuente. Así, desde la primera escena, el filme nos brinda pistas —que no revelaremos— acerca de quién es en realidad Airam.
Después de padecer una dura humillación en el baile de invierno, María se rinde y decide intercambiar su lugar con Airam, quien emprenderá una sangrienta venganza contra todas las personas que hirieron los sentimientos de María y le provocaron su profunda tristeza y dolor. Es interesante que como espectadores no sabemos si Airam existe en la realidad o es producto de la imaginación de María —puede tratarse de la faceta oscura de María que, después de tanta pena y sufrimiento, sale a la luz. Esta confusión entre ficción y realidad está muy bien lograda y le otorga al filme un clímax especialmente lúgubre.
A partir de este momento, el planteo inicial de la película —que parecía interesante— se desnaturaliza por completo y la trama se vuelve lineal y previsible, ya que sólo restar saber quién será la próxima víctima que caerá bajo las garras de Airam. De este modo, la violencia se termina convirtiendo en el único ingrediente que rige la historia y se diluyen la sorpresa y el suspenso. De todas maneras, debe destacarse la fotografía como uno de los aciertos de la película, ya que crea el clima de sordidez que requiere el relato.
Con respecto a las interpretaciones, India Eisley se revela como una actriz de gran talento y carisma en su doble papel de María y Airam. Es una figura que pronto dará que hablar —será protagonista junto a Chris Pine de la serie I am the night, a estrenar este mes. En tanto, Jason Isaacs y Mira Sorvino suplen satisfactoriamente, con su oficio, las debilidades de la historia.
En suma, No mires es un thriller psicológico sólo apto por los amantes del género debido a la endeblez de un guion que no termina de cerrar, y si bien se trata de un producto entretenido, el interés que presentaba la idea original se queda a mitad de camino.