Un film entre lo mágico y fantástico de la mano del director mexicano Iván Löwenberg, protagonizada por su madre Bego Sainz. Una trama que luce tan natural como efectiva, con un inicio aletargado que va ganando dinámica.
No quiero ser polvo cuenta la historia de una mujer mayor que, frente a la indiferencia de marido e hijo, busca refugio en nuevas tendencias como el new age, el yoga y el ambiente esotérico. En concreto, se obsesiona con la perspectiva del apocalipsis, convencida por estos nuevos amigos que la llegada del fin del mundo está cerca. Algo que encuentra por igual desconcertante y atrayente, dándole sentido a su vida.