Comedia a cualquier precio
"¡No renuncio!", la taquillera megaproducción italiana acaba entreteniendo a la fuerza, sin dejar reflexión alguna.
Nada más deserotizante que una comedia desesperada por hacer reír, usando toda la artillería desde un principio para mantener al espectador en lo alto. ¡No renuncio!, de Gennaro Nunziante, es un sketch televisivo millonario que funciona por atropello, dejando la gracia en evidencia. El chiste, cuando se anticipa como chiste, genera una mueca complaciente, inclusive vergüenza ajena. La mendicidad de la risa es el principal defecto de este filme.
Existe una lógica de marketing: el protagonista, el actor Checco Zalone, es un comediante reconocido en Italia, especie de Guillermo Francella, y ¡No Renuncio! es la cuarta colaboración con el director Gennaro Nunziante. Cada unión de esta dupla fue un hit, y tales antecedentes otorgaron impunidad a la hora de producir otro éxito.
¡No Renuncio! sorprende con un ritmo desaforado, posibilitado más por infinidad de planos en infinidad de locaciones con infinidad de actores, que por criterio de dirección. Estamos ante un colosal videoclip que, de tanto proponer, de a ratos engancha.
La trama busca ser una sátira de la burocracia italiana, con guiños desintonizados para un público extranjero. Checco Zalone interpreta a un empleado municipal cínico, acostumbrado a la comodidad de su trabajo, pero un cambio de gestión lo pone en la encrucijada de aceptar una indemnización o seguir con su "puesto fijo" a como dé lugar.
Y ése es el motor del filme: Zalone, con tal de no renunciar, soporta cargos en un pueblito mafioso, en África o en el polo norte. Su travesía sobreactuada será narrada ante una tribu de salvajes, a modo de metarrelato: el antihéroe replantea su función en el mundo, conoce el amor y cambia de valores. Todo sucede a velocidad formidable, con secuencias de montaje que logran elipsis mágicas y una sobremusicalización que le estampa a la película su sellito cool.