Mucho más que una buena sátira sobre empleados públicos
De algún modo, el viaje del protagonista de la comedia satírica de Gennaro Nunziante lleva a pensar en el viaje de un país que cada tanto cae en la molicie, o pierde el rumbo.
En plena selva un italiano es llevado ante el brujo de una tribu salvaje. Para salvarse, debe justificar su vida. Este prólogo es fundamental. Si no, la película no pasaría de ser una buena comedia satírica sobre los empleados públicos. Ah, pero, ¡qué sátira! Incluye hasta el político que orienta a sus fieles sobre el derecho a tomarse licencia tras licencia, y el tipo que por sellar papeles reclama dolores de muñeca, como esos que acá hicieron huelga porque marcar los tickets les esguinzaba un dedo. De pronto hay reforma administrativa y al protagonista de esta historia le ofrecen un retiro voluntario bien pagado. De ahí el título de estreno entre nosotros: "¡No renuncio!".
Lo cambiarán de destino, irá al Val de Susa, a Lampedusa (donde hay un esquicio tan ácido como real), irá hasta al Polo Norte, y a Bergen, con tal de mantener el puesto fijo. Pero algo empieza a cambiar, cuando conoce otra clase de gente, en distintos lugares. Y aunque a veces recaiga en sus viejos vicios, aunque afirme poco civilizadamente su itálica idiosincrasia, dejará de pensar sólo en sí mismo. Orientará su accionar de otra manera. De ahí el título original: "Quo vado?"
De algún modo, el "viaje del héroe" lleva a pensar en el viaje de un país que cada tanto cae en la molicie, o pierde el rumbo, pero guarda dentro suyo una gran nobleza. Todo esto, sugerido "por la contraria", con "malos ejemplos" de ancestral simpatía, con gracia mantenida y un momento musical contagioso, de fondo irónico ("La Prima Reppublica", celebración de épocas y mañas ya imposibles de sostener), y, hasta con una inesperada pizca de emoción, antes del remate, que es pura farsa.
En el reparto, el veterano Lino Banfi, el onorevole político amado por los haraganes, y Sonia Bergamasco, la dottoressa que quiere echar a un empleado mientras su despacho se llena de asesores y demás burócratas de mayor sueldo. Coguionistas, el director Gennaro Nunziante y el protagonista Checco Zalone, que tiene cierto aire entre Adriano Celentano y Darío Grandinetti, y al que vale la pena tener en cuenta. Lo que hace esta gente va más allá del mero chiste. Y dura menos de 90 minutos.