La nueva comedia de Gennaro Nunziante, No renuncio, fue el mayor éxito de taquilla de la historia del cine de su pais. Una propuesta absurda y crítica hacia la sociedad italiana.
Si hay algo que distingue a los italianos es que se ríen de sus propias miserias, y en la tradición de Mario Monicelli, Dino Risi y Ettore Scola, Gennaro Nunziante satiriza la pereza de los empleados burocráticos con No renuncio, una comedia liviana pero absurda, que recupera el tono popular del cine de los años ´70.
Checco Zalone –interpretado por Checco Zalone, también co guionista y músico del film- es el típico empleado fijo del gobierno de un pequeño pueblo italiano. Como todo administrativo estatal, su puesto es inamovible. No lo pueden echar. Porque para un buen italiano un puesto fijo es como un tesoro. Lo que en Argentina se denomina “un ñoqui” del estado. Pero cuando sube un nuevo partido político al poder y quiere renovar a todos los empleados del gobierno, a Checco se le complica un poco la vida.
El Ministro Magno designa a la Dra. Sironi –Sonia Bergamasco- a cargo de la reestructuración de los nuevos empleados, quién le ofrece a los antiguos trabajadores la posibilidad de renunciar a cambio de una generosa indemnización o tener un puesto en algún sitio recóndito de Italia. Como a la mayoría la opción de mudarse no les apetece, agarran la indemnización, pero Checco vive con sus padres, es un mantenido, y sigue al extremo el consejo de su padre de no renunciar.
De esta forma, se le van asignando diversas tareas completamente ridículas hasta llegar al Polo Norte para defender a los científicos del ataque de los osos polares. Allí, no solamente cumplirá efectivamente la tarea, sino que además encontrará el amor.
Comedia absurda y extremadamente inverosímil, No renuncio apunta satirizar la misoginia, racismo y ego del ciudadano promedio italiano, que no difiere demasiado del retrato del argentino de tres o cuatro décadas atrás. Y aunque el humor no sea para nada sutil, vale la pena destacar que en ningún momento termina cayendo en la vulgaridad o la comedia picaresca. El absurdo se convierte en parte del lenguaje natural del film, cuyo tono no decae durante los ágiles 86 minutos de duración. Nunziante evita la trampa sentimentaloide y golpe bajo a la hora de dar un giro narrativo, por el contrario, se mantiene fiel a la misma premisa ridícula de principio a fin.
Por otro lado vale destacar el trabajo de Checco Zalone, un comediante de timing televisivo con varias características del estilo humorístico del primer Adam Sandler.
Divertida y limitada, superficial pero efectiva en su crítica hacia los estereotipos italianos -llevada a extremos poco ortodoxos- No renuncio es un entretenimiento pasajero, liviano y popular. Una costosa superproducción que recorre el mundo, pero que básicamente nunca deja de reflejar la corrupción innata de su sociedad.