Bodrios hay en todas partes
La única cosa positiva que se puede sacar de una película tan mala como ¡No renuncio! es el permitirnos recordar que en todos los países del mundo se hacen películas horribles y que las mismas a veces son capaces de ser terriblemente exitosas. Esta nueva comedia del actor, presentador, músico y guionista Checco Zalone está dirigida por Gennaro Nunziante. Ambos han trabajado juntos varias veces y son un fenómeno de taquilla en Italia.
La historia que cuenta ¡No renuncio! es -como lo subraya el título de estreno en Argentina- la de un empleado público que ama la comodidad de su trabajo y se niega a abandonarlo frente a un recorte presupuestario. No importa lo que lo ofrezcan, no importa como traten de disuadirlo, él quiere seguir siendo empleado público.
Este es el puntapié inicial para una comedia sin chistes graciosos, que arremete desde el primer minuto con bromas que ya estaban gastadas en el cine y la televisión hace treinta años. Este personaje nefasto es visto con simpatía y alegría, a la vez que se adivina una crítica tibia al sistema que lo cobija, pero siempre desde la ligereza y el doble discurso.
Apelando a una demagogia insufrible –tal vez la razón de su éxito- la película multiplica clichés, trazos gruesos y gags de “como son los italianos” que insultan a la inteligencia de cualquier ser humano que sienta algo de afecto por el cine, la comedia o el ser humano. Comedias malas hay en todas partes, hoy nos llegó a nosotros una pésima, hecha en Italia.