Fede Álvarez va del terror a la película de acción
La secuela de la interesante película de terror “No respires” cambia el concepto de la original y se convierte en una suerte de duro de matar no vidente.
Si había algo interesante para destacar en No respires (Don’t Breathe, 2016) era, además de la vuelta de tuerca a la película de encierro en una casa abandonada, su inteligencia para reposar el punto de vista en el grupo de ladrones amateurs que se adentraban en una vieja casona a robar y se topaban con un violento anciano y ex soldado (Stephen Lang) que terminaba torturándolos a ellos.
La víctima se transformaba en victimario y aparecía la idea de “guarda con quien te metes”, porque “ese pobre viejito” puede ser un duro reaccionario amante de las armas y la violencia. Pero en No respires 2 (Don’t Breathe 2, 2021) el concepto cambia: la empatía reposa en el anciano no vidente al que el film transforma en un héroe de acción.
La primera parte de la película escrita y producida por Fede Álvarez (ahora dirige Todo Sayagues) construye el vínculo entre el hombre ciego y su pequeña hija a quién tiene casi secuestrada, no permitiéndole ir al colegio ni verse con amigas porque “es peligroso”. Este comportamiento anticuado la película se encarga de justificarlo con los muchachos psicópatas que entran a la casa.
Ahora no son ladrones sino que vienen por la niña (por motivos que el film desarrolla avanzada la película), y son caracterizados como un grupo de perversos sádicos dispuestos a todo. Al lado de ellos el anciano violento vuelve a ser el pobre hombre que la primera película trataba de deconstruir. Claro que sus dotes para salirse con la suya convierten al protagonista -que al mejor estilo John McClane se pasea todo el relato con una musculosa blanca que se ensucia poco a poco- en un tipo difícil de matar.
Cuestión que nos lleva a la conclusión de que si la película fuera protagonizada por Bruce Willis estaríamos frente a una nueva entrega de Duro de Matar (Die Hard, 1988) y no ante la secuela de un film de terror.