No Respires es el segundo filme del cineasta uruguayo Fede Alvarez (en conjunción con su socio creativo, el libretista Rodo Sayagues) en tierras yanquis. Es glorioso ver a un compatriota triunfando, especialmente cuando lo suyo comenzó con un golpe de suerte - si no fuera que Sam Raimi vió su corto Ataque de Pánico (2009) en YouTube y se decidió a importarlo a los Estados Unidos, hoy Alvarez seguiría peleando para hacer sus pininos en el cine fantástico, quizás en un mercado mas árido para el tema como es el cine argentino (el cual es el único que tenía a su alcance y que posee una infraestructura cinematográfica seria en el Río de la Plata) -. Considerando que Raimi le tuvo tanta fe al pibe que lo lanzó al ruedo con la remake de Evil Dead (2013) - y la cual estaba hecha de manera muy potable considerando el riesgo de las comparaciones y las trampas que supone rehacer un clásico -, ahora Raimi le ha dejado las manos libres para manufacturar lo que crea conveniente y por eso Alvarez se ha despachado con este proyecto propio y original. Si en Hush o en clásicos como Espera en la Oscuridad (1967) o See No Evil (1971) los no videntes eran las víctimas del sociópata de turno, acá las tablas están dadas vuelta y el ciego es el que se encarga de acosar al resto del elenco, encerrándolos en su casa y exterminándolos uno a uno. Debido a la originalidad de la idea, la intensidad de las situaciones y lo expeditivo de la ejecución - acá ninguno de los protagonistas tiene la vida asegurada -, No Respires surge como un filme mucho mas sólido que Evil Dead 2013, un thriller denso de esos que te hacen clavar las uñas al brazo de la butaca desde que comienza hasta que termina.
Ciertamente el primer acto es detestable. Los protagonistas son un cliché ambulante - pibe pavote enamorado de la novia de otro; esa misma chica, la cual no registra al flaco y tiene su propia agenda; el matón, novio de la mina, el cual es una máquina de prepotear y decir burradas, gracias que el guión lo elimina tempranamente y nos ahorra la molestia de soportarlo -, tres criminales despreciables que el libreto intenta rescatar. Mientras que el prepotente es carne de cañón, al menos la chica tiene una historia trágica - madre aberrante, borrachina y falopera a la que le importan tres pitos en qué bardo anda la chica (siempre que traiga dinero a casa), y razón por la cual la muchacha tuvo que aprender a cuidarse sola, amén de tener que criar a su hermana mas chica como si fuera una madre postiza - que intenta redimirla. El escenario es Detroit, otrora olimpo de la industria automotriz estadounidense y que, por las importaciones de autos extranjeros y la extranjerización de la industria propia, se transformó en un cementerio de industrias y sueños, una ciudad sumida en la miseria y el crimen (y se ve que es una situación de larga data, ya que era parte fundamental de la premisa de Robocop en 1987!). Como los tres muchachos son pobres y amorales, deciden atracar el domicilio de un ciego, el cual parece tener guardada la plata de un juicio ganado hace años a los padres millonarios de la chica que atropelló a su hija. El problema es que el cieguito es una especie de Terminator no vidente: un viejo que no tiene un gramo de grasa en el cuerpo, rebosa de músculos, estuvo entrenado en el ejército, participó en Irak y sabe como matar a un tipo de 100 maneras distintas posibles (101 si tuviera bien los ojos). Los bobos irrumpen, el matón hace demasiado ruido, y pronto se come una bala de la víctima (Stephen Lang, un tipo que está haciendo carrera ahora de grande, y que transpira furia por todos sus poros). Los mas indefensos quedan atrapados en la casa; y aunque pueden llamar a la policía para que los rescate - aunque sea arrestándolos -, la tentación es muy grande, sobre todo cuando le ponen la mano al millón de dolares que Lang guarda en su caja fuerte. El problema es encontrar una salida, ya que Lang ha tapialado todo y ha puesto cerrojo a todas las puertas.
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Desde que aparece Lang No Respires se transforma en una película deliciosa. El juego del gato y el ratón es formidable: el piso es de madera y, si no se cuidan y hacen ruido, Lang puede dispararles al voleo a la primera de cambio; la persecución a oscuras cuando Lang decide cortar la electricidad de la casa (filmada como cámara infrarroja y en donde las figuras distantes se funden con las tinieblas, confundiendo al espectador sobre su posición real); los macabros descubrimientos de los invasores - con lo cual Lang no resulta ser tan santo como parece -, y la lucha desesperada contra un adversario formidable, el cual parece imposible abatir. Ciertamente el filme es una experiencia para vivirla lo mas virginalmente posible, cosa de descubrir todos sus finos detalles sobre la marcha.
(alerta spoilers) Ciertamente hay momentos en que el filme raya en lo bizarro - la escena de la inseminación (pelo incluido) es tan tarantinesca como repelente - (fin spoilers), y la perfomance de Jane Levy no ayuda. Será la actriz favorita del director Alvarez pero, para mí, la Levy es una actriz horrenda, especialmente cuando debe demostrar pánico - lo cual ocurre a lo largo del 80% del filme, y en donde sobreactúa de manera shatneresca -. Era ridícula en Evil Dead - en la escena en donde le describía a otro los horrores que había visto, hablando lento y con pausas antinaturales (bien a lo William Shatner) - y es ridícula acá, tapándose la boca todo el tiempo y haciendo morisquetas frente a la cámara (en vez de tramitir horror, uno termina riéndose de su pésima actuación). Al menos el cara de tonto Dylan Minnette es bueno en lo suyo, ya sea haciendo de pavote enamorado o, de pronto, de tipo sacado al cual no le importa agarrarse a los bifes con el mismísimo diablo.
No Respires es una gran película a pesar de un par de bizarreadas y de Jane Levy. Es muy inteligente, funciona como un mecanismo de relojería y, cuando uno pensaba que había pasado el peligro, surge una nueva instancia estremecedora. Aplausos para Alvarez y Sayagues y ojalá sigan entregando material de esta calidad para ser reconocidos en Hollywood como se merecen... aún cuando hayan dejado atrás - y a miles de kilómetros - a su paisito querido.