No es fácil instalarse en un medio como el terror en el que todo parece ya estar inventado. Los grandes maestros del género son indiscutidos por más que no siempre estén a la altura de las circunstancias. Y se realiza tanto en el mercado, que es muy probable quedar tapado entre mucho estreno de dudosa calidad.
Fede Alvarez es uno de esos nombres que logra trascender por sobre el conjunto de los demás. Sin destacar sus propuestas por la originalidad, posee el suficiente manejo del impacto para que estemos atentos a cuál será su próximo paso.
Si somos adeptos al género y tenemos algo de memoria, recordaremos que el director uruguayo emprendió una carrera maratónica que le permitió pasar de la realización de cortometrajes (alguna vez estuvo en nuestro Buenos Aires Rojo Sangre presentando uno), hacerse conocido mediante las redes por su corto de robots ¡Ataque de Pánico!, y de ahí directamente saltar a Hollywood de la mano nada más ni nada menos que de Sam Raimi, quien le encargó la difícil tarea de reversionar su clásico Evil Dead.
Si Alvarez salió más que bien parado en aquella ocasión con la sobresaliente Posesión Infernal (uno de los pocos remakes que se distancian del original, pero logran resultados igual de dignos), era hora de probarse frente a un largometraje completamente nuevo; y a la vista de los resultados, el examen fue aprobado satisfactoriamente.
Co-Escrita con Rodo Sayagues, y producida nuevamente por Raimi, No Respires no se destaca ni por un guion complejo ni demasiado original. Casi todo lo contrario, transita caminos conocidos y trae casi una excusa ir directo al grano.
Tres jóvenes que en mayor o menor medida se dedican a la delincuencia, al asalto de hogares deshabitados para ser más precisos. Money (Daniel Zovatto), suerte de líder, Alex (Dylan Minnette) el que posee los datos necesarios para la intromisión por medio de un padre que trabaja en seguros; y Rocky (Jane Levy) la mujer del grupo y en apariencia la más frágil.
Money presenta lo que parece un trabajo infalible y de ganancia inmensa. Solo hay un detalle, el asalto será con el dueño de la casa adentro, un hombre ciego que cobró una cuantiosa suma en concepto de indemnización por la muerte de su hija.
Como siempre sucede en la fórmula, habrá reticencia, pero todos terminarán aceptando y dirigiéndose a la casa de este veterano de guerra ciego del que no conoceremos su nombre.
Primera sorpresa, el dinero en la casa es mayor del que esperaban. Segunda sorpresa, el ciego es bastante menos indefenso de lo que pensaban.
No Respires se inscribe en el clásico tópico delos victimarios convertidos en víctimas. En este caso, la referencia inmediata será Gente detrás de las paredes, con la cual tendrá varios puntos en común más allá de diferenciarse en el tono.
Alvarez y Sayagues no necesitan de mucho preludio para introducir al ratón en la ratonera, y lo que sigue es un juego de escape. Sin necesidad de caer en el gore extremo (alejado de Posesión Infernal), No Respires precisamente no da respiro; logra mantener una tensión extrema a lo largo de todo su metraje.
Para aferrarse a la butaca, inteligentemente, se basa en los personajes, no los pone como simples peones, tienen una historia y un carácter particular cada uno; nos importa qué es lo que les sucede.
El trayecto tendrá algún vuelco y sorpresas como para mantener siempre la atención; pero, en definitiva, lo más logrado será el gran clima que Alvarez logra con elementos mínimos.
El camaleónico Lang compone un antagónico formidable, desde postura, voz y movimiento, no solo es creíble, es verdaderamente temible. El logrado juego de luces y sombras y la musicalización envolvente contribuyen a esta sensación.
De los jóvenes, si bien todos están correctos, será Jane Levy (irreconocible de Suburgatory y Posesión Infernal) quien más se luzca por un mayor peso, es una víctima que queremos que salga indemne, que supere todas las trabas, nos hace pasar todo su dolor en gestos mínimos.
No Respires es una de las mejores películas de terror del año, y lo logra sin hacer un derroche de factura. Puro profesionalismo y pasión por lo que se hace. No hay dudas, Fede Alvarez se encuentra en un camino de excelencia.